México da resultados, pero no funciona del todo. Estimulante remontada en su choque amistoso con Corea del Sur, en el que no todas las noticias fueron buenas. La reacción del equipo fue encomiable y los cambios del Tata Martino vinieron de perlas, aunque la zaga estuvo bastante frágil.
De ahí que se pusiera por delante el cuadro asiático prácticamente en su primera llegada de peligro. Hwang aprovechó la pasividad rival en el área para rematar a placer un centro a media altura de Son, estrella de los suyos. Hasta entonces, el dominio había sido local -local en el marcador, pues el encuentro fue en Austria-.
Esta superioridad tardó mucho en traducirse en goles. Esa fue otra asignatura que el plantel tendrá que revisar: la falta de pólvora, no solo la fragilidad atrás. Hubo que esperar al ecuador de la segunda mitad para que llegara la inspiración en el plano ofensivo.
Jugó un papel vital el entrenador en ello. Sus cambios funcionaron a la perfección y, de hecho, dos de los tres tantos nacieron de las botas de refrescos que él había introducido. El primero, de Raúl Jiménez, a pase de Pineda; el segundo, con mismo asistente, lo hizo Antuna, otro efectivo que arrancó en el banquillo.
El tercero, la guinda, fue obra de Salcedo y representó la furia mexicana. Su volea en el corazón del área hacia la escuadra dejó claro que, aunque esta Selección sufre atrás, hace sufrir también. Volvió a sonar el bajo rendimiento en la zaga con la diana de Kwon Kyung-Won poco antes del final, que confirmó el 3-2 definitivo.