Henrikh Mkhitaryan es, sin duda alguna, el mejor futbolista de Armenia. Y posiblemente esta afirmación no se limite al presente, y sirva para el pasado y el futuro que aún está por escribirse.
Por eso, Armenia juega por y para Mkhitaryan. Balones a él, que sabe mejor que nadie qué hacer con ellos. Y en ocasiones eso es contraproducente. Demasiado peso sobre los hombres de un único futbolista.
Le ocurrió a Mkhitaryan ante Liechtenstein. El combinado nacional del minúsculo país alpino fue un rival sorprendentemente duro para Armenia.
La selección caucásica ganó 2-1, pero no gracias precisamente a Mkhitaryan. De hecho, el mediapunta del Arsenal pudo haber sido el salvador, pero no era su día.
A los 69 minutos de partido dispuso de un penalti a favor, con el partido empatado a uno. Cogió carrera y le pegó duro, durísimo, con todo el alma. El disparo salió algo centrado y a media altura, y ahí se topó con la firme palma de Bücher, el héroe de Liechtenstein pese a la derrota.
Un paradón espectacular que terminó de frustrar a Mkhitaryan. A Armenia le salvó Barseghyan, con un gol menos de diez minutos después de que la estrella armenia lapidase su ocasión de ser el héroe.
Por cierto, y como curiosidad, el portero de Armenia jugó con una equipación provisional. El proveedor del combinado nacional no les dio camisetas de portero, y tuvo que jugar con otra, sin el escudo nacional.