Es difícil poderse sentir más agraviado con el VAR en menos tiempo que Álvaro Morata. Porque en sólo cuatro partidos con el Atleti ha encontrado razones más que de sobra para aborrecerlo.
Todo empezó con un penalti ante el Betis que, pese a los reclamos rojiblancos, el colegiado, asistido por el VAR, no señaló. Era sólo un anticipo de lo que estaba por venir.
La siguiente semana Morata jugó el derbi contra el Real Madrid, y ahí se llevó ración doble. Primero, con un gol (un golazo) anulado por un fuera de juego en el que habrá que creer al VAR, pero que era literalmente milimétrico.
Y, después, con otro penalti no señalado, un penalti que, para agravio 'colchonero', terminó siendo castigado con mano de su delantero. Morata fue zancadilleado por Casemiro y en su caída tocó el balón con el brazo.
Ante el Rayo, en su tercer partido como 'colchonero', tuvo la suerte de que por fin el VAR le sonriera, al no entender que se encontraba en fuera de juego en la acción que terminó con el gol de Griezmann.
Pero entre semana, ante la Juventus, el VAR volvió a las andadas. Morata volvió a marcar, pero vio de nuevo cómo le anulaban el tanto. En esta ocasión, por una presunta falta previa suya sobre Chiellini.
20 de febrero de 2019
Una falta que tuvo que conceder el colegiado, ya que el VAR se lavó las manos y dejó a su juicio la decisión final. Una falta que, aunque salta a la vista en las repeticiones que hay contacto, resulta muy difícil de creer.
Chiellini hizo una actuación sobresaliente, al caer en cuanto notó las manos del atacante rival sobre su espalda, consciente de que no iba a llegar a esa pelota después de dormirse en los laureles.
Morata parece estar en la lista negra del VAR, pero en realidad sólo está teniendo mucha mala suerte. Está, como John McClane, en el lugar equivocado en el momento más inapropiado.