Los presagios de que el Bayern sería muy superior al Barcelona quedaron sublimados en la primera parte. La máquina de Hansi Flick, insaciable, destructiva, incontenible, puso en vergüenza a los azulgranas. A la media hora, ya vencían por 1-4.
El equipo muniqués, pese al empate temporal con ese tanto de Alaba en propia puerta, engulló al equipo de Setién. Especialmente a partir del ecuador del partido. En el 22' cayó el segundo, de Perisic. Cinco después, casi sin digerirlo, Gnabry abrió la ventaja. Pero el mazazo real fue en el 31'.
Thomas Müller, aprovechando un buen centro de Kimmich desde la derecha, se aprovechó de otro momento de siesta de la zaga barcelonista para rematar a placer y en el área pequeña el cuarto.
Pero es que no solo no era sorprendente, sino hasta corto, ya que las llegadas del Bayern eran muy claras y tanto Ter Stegen como la defensa no paraban de hacer concesiones a sus rivales.
La goleada pasó a la historia del fútbol, puesto que el equipo catalán nunca había encajado cuatro goles en la primera mitad de un partido de competición europea.