Le cuesta querer, pero si lo hace, si tiene el día, si los rivales no logran minar su concentración, entonces Neymar es un rival aún más temible que de costumbre.
El Lille lo padeció en esta ocasión. Neymar, quien amenazó en los primeros compases del partido con pedir el cambio por lesión tras llevarse un pisotón en el tobillo, a la media hora hizo uno de sus trucos de magia.
Recibió el brasileño un balón centrado desde la derecha. En la frontal del área, controló con el pecho, la bajó y se la dio a un Verratti que se incorporaba al ataque.
El italiano se la devolvió, rompiendo las marcas, y Neymar, ya sin presión, se acomodó el balón y soltó un derechazo directo a la escuadra, inalcanzable para Maignan.