En un mercado en el que se pagan cláusulas de 120 millones, léase Griezmann o Joao Félix, o en el que el Manchester United está dispuesto a derrochar 90 'kilos' por Maguire, no hay sitio para Neymar ni Bale. Impensable hace un año, máximo dos, pero cierto. Ni el brasileño ni el galés encuentran acomodo en un gran club europeo y solo parecen tener cabida en exóticos mercados.
Ambos aterrizaron en LaLiga a la vez. Uno, Bale, convirtiéndose en su momento en el futbolista más caro de la historia. Sus dos últimos años en el Tottenham le lanzaron a la más absoluta cúspide y el Madrid vio en él el heredero de Cristiano Ronaldo. Al otro, Neymar, le valía con haber sobresalido en un Santos que se le quedó pequeño en un abrir y cerrar de ojos. Llegó para ser el Robin de Messi, el Batman del Barça, pero con la idea de que algún año pudiera sucederle.
Hoy, seis años después de dos fichajes meteóricos para el fútbol español, ambos se dan la mano en sus desgracias. Bale ha sido empujado lejos del Madrid por Zidane, que ha demostrado que sus intenciones no eran un farol. No tiene sitio el galés, que siempre estuvo en la foto en los últimos grandes títulos blancos. Con goles clave, además, pero sin ganarse el beneplácito total del público. Un jugador frío y, sobre todo, diezmado por las continuas lesiones en su carrera.
Todo ello gesta un cóctel tan peligroso para la entidad como para el jugador. Para el Madrid porque solo parece encontrarle acomodo en China, donde difícilmente pagarían un traspaso. Premier, Serie A, LaLiga, Ligue1... en ningún sitio tocan a la puerta de Bale y su agente, el peculiar Jonathan Barnett, no deja de enredar en cada comparecencia pública. Cedido no saldrá... y veremos si sale.
El caso de Neymar es todavía más inexplicable. 222 millones pagó el PSG hace dos años porque el brasileño quería volar lejos del yugo futbolístico de Messi. Ahora, su sueño es volver junto al argentino. Él mismo acotó su mercado a una sola plaza: el Camp Nou. Pero en el Barça, que se conocen las idas y venidas de Ney y su padre, no han dado ni un ligero paso firme. "No hay caso Neymar", repiten una y otra vez.
El PSG no haría ascos a desprenderse de un futbolista que le ha dado más disgustos que alegrías, pero no a cualquier precio. He ahí el motivo por el cual Neymar está hoy por hoy más cerca de quedarse en París que de marcharse. De hecho, acudió a la gira asiática del cuadro parisino. Con el Barça dando un paso al lado, no se vislumbra un equipo que tuviera el impacto económico suficiente para hacerse con él. Quizá la Juve, aunque las cuentas no salen por ningún sitio.
Neymar y Bale son, por tanto, víctimas inesperadas de un mercado indescifrable. Hay quien ha sido capaz de cruzar sus caminos, en una operación sin pies ni cabeza en la que no queda claro quién ganaría. China o Estados Unidos son, incomprensiblemente, destinos más sensatos que las grandes ligas para dos futbolistas que hace no tanto soñaban por derecho propio con Balones de Oro.