En el estadio 'red' andaban indignados con que el preciado Balón de Oro no fuera para Van Dijk. En general, por que no se lo hubieran dado a ninguno de los 'cracks' de Klopp. La pancarta que dio la bienvenida al equipo el miércoles noche lo dejaba claro.
Y aunque tres los cinco primeros en la clasificación final eran jugadores del Liverpool, no parecía suficiente. Uno de ellos, el que acabó cuarto, demostró que está por encima de premios. Porque su partidazo en la goleada en el derbi de Merseyside fue imperial.
Especialmente en la primera mitad. Klopp apostó por dar descanso a Salah y Firmino. Cuando alguno podía plantearse si era el día más idóneo para ello, pronto Sadio Mané dejó claro que sí.
Él hizo de los tres a la vez. Y, de paso, también repartió felicidad a los sustitutos arriba, Origi y Shaqiri, a los que regaló los dos primeros tantos. Primero con un pase al hueco con el exterior, luego con una gran acción individual coronada con una preciosa asistencia filtrada al hueco.
Lo mejor lo dejó para el minuto 45. Robó un balón a unos diez metros de la frontal propia y, tras quitarse de encima a un rival con un toque exquisito, se pegó una diabólica carrera para aún llegar con fuerzas a la frontal del área y desde allí conectar un zurdazo imparable a pase de Alexander-Arnold.
5 de diciembre de 2019