Un partido no, una final. Y lo peor de perder una final es no dar la cara. El Córdoba estuvo presente en el estadio ilicitano físicamente, pero no psicologicamente.
Fue tal la superioridad que el Elche se dio el lujo de levantar el pie del acelerador, pese a mantener una mínima ventaja durante los 90 minutos de partido. Un duelo así deja tocado, y más en la situación del Córdoba.
En una tarde en la que habían ganado el Nàstic y empatado el Lugo -ante el líder-, era necesaria una reacción o, al menos, mantener el nivel mostrado en la jornada anterior contra el Mallorca.
Pero este Córdoba es uno en el Nuevo Arcángel y otro fuera. No se puede decir lo mismo del Elche, que es muy fiable en el Martínez Valero y a domicilio puede vencer en un estadio como el de Gran Canaria, sin ir más lejos.
Prácticamente repetía once Pacheta y sus pupilos salieron con la lección bien aprendida desde el principio. La única novedad fue Iván Sánchez, que se confirmó como un puñal incisivo durante todo el choque.
En punta, Yacine y Nino, una pareja ofensiva peculiar que hace recordar a la mítica Zigic-Munitis. Pues bien, el delantero almeriense, a sus 38 años, volvió a ver portería. Recibió un pase del marroquí y fusiló a Marcos Lavín.
Posiblemente haya sido el partido más tranquilo para la hinchada ilicitana, que no tuvo que ver peligrada la portería de Édgar Badía. Tras el paso por vestuarios, el asedio local aumentó por momentos.
Yacine, Javi Flores y Josan tuvieron el finiquito en sus pies, pero la vida del Córdoba se prolongaría hasta el final. Lavín salvó un golpeo espectacular de Verdú y el equipo de Rafa Navarro hizo un tímido intento por buscar el empate.
La noticia negativa del día para el Elche fue protagonizada por Nacho Gil, que apenas gozó de unos ocho minutos de juego. Sustituyó a Iván Sánchez, pero se marchó en camilla tras sufrir un pinchazo en un sobreesfuerzo en la carrera.
Finalmente, ni el intento de remate de Lavín en el último saque de esquina generó peligro. Triste cara del Córdoba en el Martínez Valero y se hunde en la última plaza. El Elche, con los deberes más que hechos.