El dominio 'red' comenzó a hacerse patente nada más indicó el árbitro el inicio del choque. Con mucha más fuerza e intensidad, los locales y su empuje arrinconaron a un Sunderland que sólo se dejó ver en los primeros 20 minutos por Anfield.
Karius, que se impuso a Mignolet para tener su lugar en el once inicial, fue el encargado de eclipsar el único destello visitante. Pienaar se plantó con un desmarque de ruptura en el área 'red' pero el cancerbero se creció lanzándose al inmaculado césped de Merseyside para despejar el peligro.
Pero el susto no les subió la motivación a unos 'black cats' que se veían incapaces de hacerle daño a la solidez que acostumbra mostrar el Liverpool en su feudo. Firmino se hizo el rey del ataque 'red' y los de Klopp comenzaban a moverse con total libertad para tratar de deshacer las tablas.
La mala noticia le llegó al cuadro local rondando la primera media hora del choque, cuando Coutinho, tras un choque con Ndong, tuvo que abandonar el campo en camilla y con lágrimas por lo que, tras el primer diagnóstico, podría ser una fractura de tibia.
Segunda mitad de asedio
Tras sendas oportunidades de Lovren y Can, ambas de cabeza, el árbitro señaló el paso a vestuarios. El descanso fue un bálsamo perfecto para que el Liverpool curara sus heridas y se centrara exclusivamente en el gol.
Con un Can muy insistente y un Milner omnipotente en los ataques 'reds', el partido fue avanzando hacia lo que parecía una injusticia total. El Sunderland, olvidándose del balón totalmente, se dedicaba a estar replegado y despejar el balón en cuanto éste llegaba a su área.
Pero Origi, el jugador que sustituyó a Coutinho tras su lesión, fue el encargado de trazar la victoria ante los 'black cats' y ante la injusticia. Con un latigazo increíble desde el pico del área, el delantero puso un balón al palo largo del arco visitante, logrando romper la igualdad en el marcador.
A falta de 10 minutos, el Liverpool siguió persiguiendo el segundo gol y lo consiguió, ya entrados en el 90, con un penalti convertido por Milner. Al final, hubo justicia en Anfield y el Liverpool sigue haciendo fuerza en la parte alta de la tabla gracias a unos tres puntos más que merecidos.