Se pedía la dimisión de Wenger a final de temporada en los momentos previos al partido y Wenger dimitió metafóricamente. Con ganas de llevarse el partido, aunque dejando la eliminatoria de lado, salió un Arsenal que acabó hundiéndose en su propia intensidad.
Muchos argumentos, pero simples. Así se puede resumir el juego 'gunner' en la primera mitad. Los ingleses dominaron y crearon más peligro que el Bayern gracias a pases filtrados por el centro y explotación de la banda derecha, pero una vez que el Bayern se acomodó en el campo, desactivó por completo a los londinenses.
Eso sí, antes tuvo tiempo Walcott de darle esperanzas a su equipo. El mediapunta aprovechó un buen pase al hueco para plantarse cerca del área pequeña y fusilar a Neuer con un disparo alto y potente. El guardameta alemán mucho haber hecho más.
El acto reflejo tras el gol fue el de venirse arriba, pero el Arsenal casi no creaba peligro y, cuando lo hacía, el Bayern respondía con subidas fáciles, pero que no tenían suerte de concretar.
Suicidio asistido.
El inicio de la segunda mitad fue muy diferente. El Bayerns salió con los pies en el suelo y fue a buscar el gol continuamente, encontrándolo antes de los primeros diez minutos.
El capitán Koscielny echó por la borda todo el trabajo de su equipo al autoexpulsarse por protestar un penalti que, infantilmente, provocó él mismo. Lewandowski no titubeó a la hora de convertirlo y el Bayern se puso 1-1 y con superioridad numérica.
A partir de ahí, un guión más que plácido para los de Ancelotti. Robben anotó el segundo tras un error defensivo del Arsenal cerca del área, Douglas Costa, a la contra, pinchó por tercera vez y Vidal redondeó la goleada con un doblete ante un Arsenal que ya dejó hasta de defender.