Pronto se lanzaron los equipos al barro con mucha igualdad y llegadas a ambas porterías. El encuentro se transformó en un toma y daca constante en el que las oportunidades locales eran las de mayor peligro. Nadal, soberbio bajo los tres palos, mantuvo a los suyos con vida.
Poco a poco, el Rayo se erigió en el dominador del encuentro. Seguía apareciendo el guardameta del 'queso mecánico' para que el 0-0 no se moviera en el luminoso. Una de las más claras fue de Embarba, que se quedó prácticamente solo, pero el guardameta puso el pecho para repeler su chut.
Conforme se acercaba el descanso, la polémica manchó el duelo. Un sector de la grada de Vallecas se dirigió a Zozulya con cánticos de "p*to nazi", así que el se avisó por megafonía de que, a la próxima, se suspendería el enfrentamiento. Además, Silvestre fue expulsado por propinarle un cabezazo a Piovaccari.
Hasta aquí llegó el fútbol, pues el encuentro no siguió adelante. El Albacete decidió no salir al terreno de juego para la segunda mitad y los aficionados tuvieron que quedarse un buen rato a esperar a la confirmación oficial por megafonía. Los cánticos se habían podido escuchar en más de una ocasión.
Los recogepelotas ocuparon el campo para juguetear con unos cuantos balones. Los agentes de seguridad quedaron preparados para evitar cualquier tipo de incidencia y algunos hinchas empezaban a marcharse del estadio en vista de que no habría nada más que ver sobre el verde.
La megafonía del edificio acabó confirmando de forma escueta que el partido se suspendía oficialmente, así que todos los operarios del estadio recogieron sus cosas y comenzaron a desalojar el lugar. Los hinchas, resignados, se fueron a casa. Perdieron todos: el Rayo, el Albacete y el fútbol.