La 'Albiceleste' tiene un problema. Uno grande. Y puede tener mil nombres, pero ninguno empieza por Leo ni termina por Messi. Al contrario, el '10' es la pastilla que palia, en parte, los síntomas del resfriado. Pero culpar a la medicina del constipado...
El argentino lleva años teniendo que escuchar eso de que no es el mismo del Barça en la Selección. Pero, ¿cómo lo va a ser? Las numerosas y pronunciadas diferencias lo hacen imposible.
Argentina dejó una paupérrima imagen ante Paraguay. Otra más, tras haber caído por 0-2 en el debut de la Copa América ante Colombia. El equipo no juega, no crea peligro y, sobre todo, no tiene una idea a seguir.
En el Camp Nou, muchos critican que Ernesto Valverde ha dejado a un lado el 'ADN Barça', pero hay unas señas de identidad mínimas que son innegociables para los azulgranas. La posesión, jugar en campo contrario y renunciar pocas veces al ataque. No se hace con la misma asiduidad y preciosismo que en otras épocas doradas, pero se hace.
En cambio, Leo tiene que ser el muerto en el entierro y el niño en el bautizo cuando juega con Argentina. Y claro, si no llega a ambos eventos, los invitados cargan contra él.
Los números hablan claro. Argentina tiró dos veces a puerta en todo el encuentro, disfrutó de dos saques de esquina y todo su peligro se originó en la misma jugada. Un balón al larguero que acabó siendo penalti, pena máxima que transformó Messi para poner el 1-1 en el marcador.
Cuando juega en LaLiga o la Champions, Leo y los suyos acumulan numerosas llegadas y disfrutan de un gran periodo de tiempo cerca del área. Ahí es cuando puede aparecer el mejor Messi, enamorando con su ruptura de líneas y su talento. Pero esto no se puede hacer a lo largo y ancho de un terreno de juego.
Luego están los nombres propios. Coutinho, pese a su mala temporada, Rakitic, Dembélé, Jordi Alba o Luis Suárez colaboran, complementan y se entienden a la perfección con el argentino que, a su vez, les hace mejores. En cambio, en Argentina convive con jugadores que no pasan por su mejor momento, como Di María, 'novatos' en esto de la Selección, como Matías Suárez, o jóvenes que, aunque con buena pinta, aún están verdes en según qué situaciones críticas, véase los Dybala, Lautaro, Saravia y cía.
Y fuera del balón, todo esto tiñe los partidos de dos ambientes totalmente distintos. El runrrún constante, la sensación de estar vigilado con lupa constantemente y la presión presiden sus compromisos con la 'Albiceleste'. Los dos últimos se llegan a repetir en Europa, pero con otro prisma. Confianza, admiración y reconocimiento incluso en sus peores tardes, que son las menos. Así se envuelve Leo cuando va con la azulgrana.