A sus 31 años, Josep Ilicic es uno de esos futbolistas clásicos del fútbol italiano. Una década lleva ya allí, siempre con un nombre, siempre haciendo goles. Pero puede que ante el Torino cuajara el partido de su vida.
Por varios motivos, pero solo uno ya le habría dejado en el gran escaparate. Con 0-3 en el marcador, apenas reanudándose la segunda parte, demostró ser el más listo de la clase y, al mismo tiempo, un tipo dotada de gran técnica.
Porque una falta rápida a favor del Atalanta casi en la línea divisoria decidió sacarla con suma rapidez. Cogió unos pasos a toda velocidad y le tiró una vaselina al meta del Torino, que andaba fuera de sus dominios.
El golpeo fue tan rápido y certero que a Sirigu no le dio tiempo más que a ver cómo la bola se colaba por cuarta vez en su portería.
Con los espectadores aún frotándose los ojos, apenas un minuto después volvió a marcar el esloveno, lo cual suponía el tercero de su cuenta en la noche. ¡Y aún quedaban 35 minutos!
Es que la tremenda noche de Ilicic lo fue también del Atalanta, que demostró un vendaval ofensivo ante los turineses: el 0-4 llegó después de que nueve de los diez tiros del cuadro de Gasperini fueran a puerta.
De hecho, el festival continuó en el tramo final. Luis Muriel se unió a la fiesta con un doblete entre los minutos 86 y 88 que redondeó la goleada a 0-7, una de las más sonoras en la historia de la Serie A.