Enero ha sido un mes inmejorable para el Real Madrid. Los blancos conquistaron la Supercopa en Arabia Saudí y lo hicieron con Zidane experimentando y convenciendo con un once en el que reunió a hasta cinco centrocampistas.
Obligado o no por las lesiones, la prueba le salió bien y, por eso, volvió a apostar por ella en Liga, tanto ante el Real Valladolid -aunque en este caso introdujo a Rodrygo- como contra el Atlético.
Enseguida se vio que, especialmente ante los rojiblancos, no le iba a servir con esa variante táctica. Simeone puso la réplica y, por ello, el primer tiempo del derbi terminó estando demasiado encorsetado y alejado de lo que 'Zizou' esperaba.
Por suerte para los 'merengues', el entrenador francés reaccionó a tiempo y ganó el partido desde las sustituciones. A examen, desde entonces, la aplicación de este esquema de control, que puede servir en momentos puntuales, pero no siempre.
Con cinco centrocampistas, el equipo blanco tiene mucho más el balón, pero genera menos oportunidades. Es cierto que le atacan menos, por lo que puede ser una formación a la que Zidane recurra en choques complicados de la Champions League, pero ha quedado claro que esta táctica no es tan infalible como se intuyó tras la Supercopa.