Injusta ha sido la derrota con la que se vuelve de la mano Inglaterra a Gran Bretaña en un día de luto nacional por el atentado de Londres. Pero menos justicia habría hecho el fútbol si el goleador que le ha dado 49 alegrías a un tetracampeón del mundo y que ha defendido sus colores patrios en 130 días, se hubiera despedido sin pena ni gloria.
Caretas, pancartas, banderas, cánticos y un vídeo emotivo antes de que comenzara el partido. Muestras de agradecimiento a un jugador que, de hecho, le puso la única cara positiva a un equipo totalmente desbordado desde que el marcador echó a correr hasta que se paralizó, inmortalizando ese último regalo de 'Poldi'
Metamorfosis británica.
Impregnados por el carácter de Southgate, Inglaterra hizo de Alemania. Precisión, seriedad y, sobre todo, mucha verticalidad desde el inicio hasta el final. La presión intensa que mantuvieron hasta el último suspiro estuvo acompañada por los momentos estelares de Lallana y Alli en el centro... y Vardy en la punta.
El delantero del Leicester estuvo tocado por una varita. Dejó en evidencia a la zaga teutona en todo momento. Se llevó cada balón dividido, cada lucha aérea y, por qué no decirlo, hasta los rebotes. Trabajo, precisión y suerte... que se quedó sin culminar como debería, con un gol.
Sí que estuvo cerca de lograr ese tanto el propio Lallana poco después de la primera media hora del choque. El centrocampista 'red' pecó de individualismo en una contra y estrelló un balón al palo frente a la mirada de Vardy, que entraba por el otro flanco con la potencia necesaria para celebrar el primero. Se quedó esperando el balón el de los 'foxes', se quedó esperando su gol.
Ter Stegen se tuvo que lucir en un par de ocasiones para evitar que Alli y Dier lograran lo que se le escapó de las manos a Lallana y Alemania no es un rival para perdonar...
Si no pisas, te pisan.
Más metidos en el partido, aunque por debajo de los visitantes, los hombres de Löw se pusieron en el punto de mira la meta de Hart al salir de vestuarios. Primero, un remate defectuoso de Brandt le suspiró al oído al poste derecho del meta del Torino. Minutos más tarde, llegó el milagro.
Cualquier jugador que hubiera firmado una obra de arte así lo recordaría toda su vida, y más, si lo logra ante Inglaterra. Pero en el caso de Podolski, ese gol más que un recuerdo es un tributo de lo que ha sido su carrera. Una síntesis de su olfato y calidad.
Fuerza, colocación y una escuadra sin telarañas. El mismo fondo en el que un mosaico espectacular le rindió homenaje antes del choque pudo deleitarse con su última maravilla. 30 metros recorrió un balón golpeado con la fuerza de cada alemán que alguna vez ha vibrado con su magia.
La juventud inglesa no sirvió como antihechizo para la magia que sobrevolaba Dortmund. El fútbol vivió una fiesta y Alemania otra. Abrazo con Löw, ovación tremenda del imponente Signal Iduna Park, un país emocionado y una estampa eterna. Así homenajeó al fútbol el homenajeado.