Dicen que las malas noticias nunca vienen solas. Eso lo han sufrido en sus propias carnes en Valencia, pero hasta cuando las cosas parecen abocadas a seguir empeorando, la dinámica puede cambiar.
Para eso, la fortuna debe estar presente. No esperar a que llegue, sin más, pero que eche una mano cuando el agua esté llegando al cuello se antoja clave. Y de eso también tuvieron los pupilos de Albert Celades en Londres.
El Valencia siguió en su línea en los primeros minutos. Es decir, sufriendo. El Chelsea encerró a su rival en su campo, aunque con pocas ocasiones claras que dieran dolores de cabeza a Cillessen.
Celades, que prescindió de Guedes, alineó en el centro del campo un trivote formado por Kondogbia, Coquelin y Parejo. Pero la barrera pensada para contener a los 'blues' tuvo sus semejanzas con el muro de un niño en la orilla. Ambos se fueron al garete con las primeras olas.
El Chelsea derribó la muralla, pero no llegó a inundar el castillo. Abraham dio trabajo a la defensa 'che' que, desafortunadamente para los locales, se quitó un peso de encima pasado el cuarto de hora.
Mount, un joven y talentoso futbolista muy de gusto de Frank Lampard, tuvo que abandonar el partido por lesión. Coquelin se libró de la roja. Se escurrió y clavó sus tacos en la parte lateral del tobillo del inglés, que se fue lleno de frustración. Pedro ocupó su lugar.
Pasada la media hora, entre llegadas locales, el Valencia empezó a estirarse. Un par de contragolpes mal conducidos por Rodrigo y Gameiro, al menos, hicieron recordar a los suyos que no había un espejo sobre la línea divisoria. Más allá también se podía jugar.
Willian fue el mejor de los suyos en el primer tiempo. En la recta final, originó un par de disparos que hicieron temblar a Cillessen. El primero se marchó cerca del poste, mientras que el segundo, completamente solo tras un buen control de pecho en el área, acabó en la grada de Stamford Bridge.
El '10' hizo lucirse al portero visitante justo antes del descanso, que llegó para dar aire a un Valencia que, tras el intento de libertad, volvió a esconderse en la cueva.
Rodrigo y dos pizcas de suerte
La dinámica inicial se repitió en el segundo tiempo, pero redujo sus tiempos. El Chelsea sometió a su rival, pero este tardó menos en adelantar líneas y hacer que las cámaras enfocasen a Kepa Arrizabalaga.
Cerca de la hora de partido, Gameiro mandó al limbo un saque de esquina de estrategia. Tuvo tiempo para mejorar un disparo que ni incordió al portero español de los 'blues'.
Cillessen se tuvo que emplear a fondo para evitar el tanto en una falta lanzada por Marcos Alonso antes de que Pedro probase suerte con la zurda desde la frontal. Ninguna subió al marcador, que sí se movería unos minutos después.
Rodrigo marcó el tanto de la victoria en el minuto 74. Parejo sacó una falta con un toque sutil que evitó que la bola fuera a donde todos esperaban. Rodrigo la esperó un par de pasos más atrás de lo que intuyeron en el Chelsea y, de primeras y dándose la vuelta, batió a Kepa con un remate en semifallo. La bola botó, superó con fortuna al ex del Athletic y llevó la euforia a los 600 valencianistas allí presentes.
Lampard metió a Giroud y Barkley. Y este acabaría siendo clave en el partido. Tras un asedio 'blue' estéril en la recta final, el colegiado pitó penalti en el minuto 92 por manos de Wass en el área. Parecían totalmente involuntarias, pero la nueva norma no distingue. VAR y a los once metros. Pero quizás sea porque las buenas noticias tampoco vengan solas nunca, Barkley mandó el balón al travesaño (previo intento de Willian de ser el lanzador) e hizo respirar a toda una ciudad.
A una ciudad que necesitaba urgentemente una buena noticia. Los tres puntos son de oro, pero no lo es menos el impulso que les puede hacer alejarse de la cuesta abajo. Se acabaron las malas noticias, al menos seguidas, en Valencia.