El Steaua de Bucarest nació en 1947 como el equipo de fútbol de la Casa Real Rumana. Desde sus inicios estuvo vinculado muy de cerca al Ejército. Pero la monarquía rumana tenía los días contados.
A finales de ese año los comunistas asumieron el control del país y, por tanto, del ejército, a partir de ahora Ejército Popular Rumano. El Steaua pasó a su control en consecuencia.
Asociado al régimen comunista de forma muy íntima desde entonces, el Steaua perdió el color amarillo de su equipación (un guiño a la bandera de Rumanía) y se quedó con el rojo y el azul característicos.
Durante los años de Ceaușescu, presidente del país entre 1974 y su asesinato por parte de los insurrectos en el día de Navidad de 1989, el Steaua vivió sus años dorados, ganando la Copa de Europa de 1986, y siendo subcampeón de la de 1989.
Con el fin del comunismo en Rumanía, el Ejército trató de romper sus vínculos con el régimen anterior. La Revolución Rumana había triunfado y, viendo lo poco que les tembló a los insurrectos la mano a la hora de fusilar a Ceaușescu, no era plan de ser señalado como simpatizante del difunto régimen.
Se abandonó el escudo tradicional y se empezó a usar el del águila, un símbolo del Ministerio de Defensa. Una década más tarde, cuando las cosas se hubieron calmado, se volvió al escudo clásico.
La decisión la tomó el nuevo propietario del club, el controvertido George Bacali, un hombre de negocios que le compró el equipo a Viorel Păunescu, otro hombre de negocios. Bajo el mandato de Bacali el club se convirtió en un ente privado.
Y empezó la problemática.
Porque el Steaua siempre había sido un ente público, el equipo del ejército, un bien cultural de todos los rumanos. Y la decisión de privatizarlo sentó mal incluso a los aficionados más fieles del equipo.
El Ministerio de Defensa siempre demandó la ilegalidad de ese movimiento, y llevó al club a los tribunales. Exigía el cese inmediato del uso del nombre, el escudo y los colores del Steaua de Bucarest por parte de ese equipo que ya nada tenía que ver con el Ejército Rumano.
La primera demanda por parte del Ministerio llegó en 2011, y sucesivos juicios, apelaciones y demás movimientos legales culminaron a finales de la temporada 2016-17. Se había hecho justicia, este Steaua no era el Steaua que todos conocíamos.
En un primer momento la sentencia fue total. Ni nombre, ni escudo, ni colores. El club pasó a denominarse FCSB (Fotbal Club Steaua București, en rumano), y jugó un par de partidos con camisetas neutrales amarillas y sin escudo.
Entonces se adoptó definitivamente el presente escudo, una cruz roja con las iniciales del equipo sobre fondo azul, en un medallón dorado, con dos estellas encima y una más, de ocho puntas, en el centro de la composición. Lo cierto es que lo tenían asumido, y se llevaba usando desde 2014.
Pocos días después recuperó los colores, y así llegamos a la situación actual, con un club llamado por la gente Steaua de Bucarest, pero que no es tal.
Becali, por cierto, fue condenado a tres años de prisión por sus turbios negocios cuando era registrador de la propiedad. Lo cierto es que es un tipo de lo más particular.
Compró una participación del Steaua a finales de los años 90, y mediante tácticas que podrían ser denominadas hasta mafiosas, fue logrando que el resto de propietarios le vendieran sus participaciones, hasta que se hizo con el control total del club y lo privatizó.
Cuando Becali conoció la sentencia que le obligaba a cambiar el escudo y el nombre del equipo, estalló. "Siete mil millones de jueces (...), el Papa de Roma o las fuerzas de la OTAN pueden oponerse. Pero no pueden cambiar la situación sobre el fondo", afirmó.
El poderoso empresario asegura que, pese a todo, este FCSB es el heredero del histórico Steaua. Aunque el Ministerio de Defensa creó en 2016 un nuevo equipo, con el nombre, el escudo y los colores históricos del Steaua de Bucarest. ¿Lo veremos en unos años en la élite?