El primer Barça de Koeman arrolló al Villarreal. El estreno quedó resuelto con una inmaculada primera mitad con cuatro tantos y una sensación de presencia ofensiva y alternativas que bien puede quedar encarnada en la figura de Jordi Alba, invitado de honor en el juego de ataque y asociativo. Hacemos repaso a algunos conceptos estadísticos globales y particulares y las conclusiones nos dejan frescura, dinamismo y puntería. La constatación de que fue un gran primer paso en busca del ansiado cambio.
La primera conclusión que nos llama la atención es que el promedio de posesión bajó sensiblemente respecto a anteriores temporadas. De la media del 67,05% del año pasado descendió hasta el 56. De hecho, el peor valor de las últimas temporada era el 63,42% del curso 17-18. Con todo, el Barça anotó cuatro tantos, lo cual habla de que se mostró más vertical y aprovechó mucho mejor su dominio.
No en vano, su registro de disparos a puerta fue el mejor en ocho temporadas. Si el listón estaba en 7,63 de la temporada 13-14, ante los de Emery acumuló nueve. Y otro dato que no había conseguido ese tiempo: fueron entre los tres palos más de la mitad (seis salieron fuera). El año pasado, sin ir más lejos, el promedio de reparto fue de 12,18 tiros y solo 5,55 entre los tres palos.
También hubo como una mejora defensiva. Únicamente una vez chutó a puerta el Villarreal, y seis veces en total. En la 19-20 la distribución fue de 9,11-3,13.
El último ejemplo de mejora radicó en el global de faltas: solo 9, aunque los parámetros de referencia estaban oscilando entre los 9,61 de la campaña 17-18 y los 11,17 de la 13-14.
De Jong, el reflejo del cambio
Haciendo un repaso de las estadísticas individuales, detenerse en las de Frenkie de Jong permite corroborar esa mayor productividad ofensiva. El ex del Ajax, al fin jugando en el doble pivote con libertad, como había planeado Koeman, dio un paso adelante. Dio 83 pases, por los 69,35 del curso anterior, y 74 acertados (63,6 era el dato de referencia). No robó ningún balón (0,89 el año pasado), pero tampoco tuvo que cometer falta (venía de 0,97 ).
El torbellino de Ansu Fati ejemplifica bien el daño que hizo el equipo de Koeman en cuanto pisó el área, amén de su estrella: tiró dos veces, y no solo fueron a puerta, sino que acabaron en gol. Dio dos pases clave y solventó con éxito los tres regates que intentó.
¿Y Messi? ¿Qué versión vimos de él tras toda la polémica del verano y su marcha frustrada? Además, de vuelta a la posición de falso '9', como le hizo brillar Guardiola. Depende del concepto analizado, pero siempre en términos notables. Por ejemplo, pese a que hubo quien cree que tardó en entrar en calor y que dio cierta sensación de que no participó tanto en la primera mitad, sus números a ese respecto fueron los usuales.
Comparando con los promedios del campeonato anterior, tenemos que completó 61 pases (0,82 menos) y 54 de ellos fueron acertados (vs. 5085), lo cual le dejó una efectividad mayor (88,52%).
En el uno contra uno lució menos, pues solo dio un pase clave (2,77 en la 19-20), intentó cuatro regates (por 8,04) y ejecutó con éxito dos (por 5,52), si bien se mostró mucho más contundente donde duele: de sus cinco tiros (su promedio histórico reciente está entre 4,96 y 5,92) entre los tres palos fueron cuatro (cuando su índice está entre 2,21 y 2,89). Y la sensación de intimidación fue la habitual, ya que le hicieron dos faltas (en su percentil de entre 2,01 y 2,51 del último lustro). Y no faltó a su cita con el gol.
Dentro del bueno tono global, quien más chirrió fue Sergio Busquets. No solo tuvo pérdidas tontas, sino que resultó menos participativo con 70 pases y 61 acertados, 23 y 24 menos respectivamente mirando su acumulado del año anterior. Pjanic, que debutó en la segunda mitad, le puede comer la tostada.