Luis César comenzó la temporada de forma ilusionante, pero poco a poco el globo se pinchó. El traspié en la primera jornada contra el Barça B fue tolerado, porque hasta la sexta jornada no llegó la siguiente derrota, en casa de un Huesca que a día de hoy está en cabeza.
Sin embargo, pocas semanas después todo se torció. La derrota en Vallecas (4-1) marcó un antes y un después que ni el 4-0 al Alcorcón arregló. Los malos resultados comenzaron a sucederse, y el Valladolid se fue hundiendo en la tabla.
Sampedro probó y probó cosas, esquemas, jugadores. Rotó, varió, permutó, pero no terminó de dar con la tecla, y el equipo se fue descomponiendo poco a poco.
Así llegamos a la debacle que se vive hoy en día en Zorrilla. Tres derrotas consecutivas que dejan el 'play off' a cinco puntos. En Segunda las distancias no son como en Primera, pero el Valladolid es undécimo: hay mucha gente entre medias y el descenso está a los mismos cinco puntos que el ascenso.
La actitud de los jugadores no ayuda, y es como si hubieran dejado de creer en su entrenador. Las voces críticas se atraven a sugerir que le están 'haciendo la cama', esperando que un cambio en el banquillo le cambie la cara a este equipo, sumido en la tristeza futbolística.
Con Luis César, el Valladolid ha pasado de ser un equipo que concede goles, pero que marca más, a ser un auténtico coladero. Este curso ha cosechado ya siete derrotas ligueras, varias por la mínima, pero todas salvo dos encajando dos goles o más.
Parece que se le ha acabado el crédito al entrenador, y las redes sociales claman por su destitución. La directiva blanquivioleta apostó por él en verano, y no parece creer que una destitución a estas alturas de temporada sea lo más positivo.
Los más agoreros hablan de una cuesta abajo imposible de detener que mandará al equipo a Segunda B, como estuvo a punto de suceder hace un par de temporadas, pero, sin embargo, en el ambiente no se palpan aún esos miedos.
De hecho, tras la decepción tras cada derrota, el pensamiento imperante es el de 'no estamos tan mal', porque la cabeza sigue sin estar lejos del todo (el líder está a diez puntos ahora mismo).
El problema llega cuando uno mira a la parte baja de la tabla y ve que el descenso está sólo a cinco puntos. Que el Albacete, que hace tres meses estaba sentenciado y desangelado, ahora está a dos del Valladolid.