Todo el lío lo ha revelado Jon Smith, un conocido agente futbolístico de Inglaterra. Pero quizá ustedes se pregunten qué diablos pinta Vladimir Putin decidiendo en nombre del Zenit de San Petersburgo...
La relación es sencillamente compleja. El Zenit es prácticamente propiedad de Gazprom, empresa energética dependiente directamente del ejecutivo ruso. ¿Y quién manda en Rusia? Exacto, Putin.
Cuando Wenger hizo esa oferta en agosto de 2008, el galo pensaba que Arshavin llegaría siendo una 'ganga' a Londres. Nada más lejos de la realidad.
Las negociaciones se estancaron, se empantanaron por la negativa de Gazprom, a instancias del presidente Putin, de vender a su jugador estrella a un precio que se consideraba ridículo.
Tres meses después, cuando el mercado invernal de 2009 parecía a punto de abrirse, las posturas empezaron a acercarse. Todo gracias a Alisher Usmánov, magnate ruso y accionista del club londinense, que actuó a las espaldas de su propio club para allanar el camino a un acuerdo.
El Zenit pedía 16,5 millones de euros, y estaba siendo generoso: Arshavin estaba tasado en nada menos que 24. El Arsenal no pensaba pagar más de quince.
Jon Smith asegura que ese millón y medio salió de su propio bolsilo para traer a la estrella rusa a Londres, porque hasta el día de cierre de mercado no se había llegado a un acuerdo.
Arshavin firmó con el Arsenal cuando el plazo debería haber estado cerrado, pero una tormenta de nieve hizo que la FA diera un día más de plazo a los clubes para terminar sus gestiones.
El resto es historia de sobra conocida. Arshavin fue 'gunner' de enero de 2009 a febrero de 2012, cuando fue cedido al Zenit.
Volvió para jugar un último año en el Arsenal, aunque jugar, en el sentido estricto de la palabra, no lo hizo mucho: jugó úniamente siete encuentros de Premier League, acumulando 81 minutos, y otro en Champions en el que disputó únicamente 7 minutos.
En junio de de 2013 terminó contrato y se marchó, gratis, al Zenit. Negocio redondo el de los rusos con su camarada.