Gerard Piqué está de bajón, curiosamente, en uno de los mejores momentos defensivos de la historia del Barcelona, gracias a un Valverde que ha dotado de solidaz a la zaga azulgrana.
Trató de erigirse como presidente 'culé', anunciando una falsa continuidad de Neymar, poco antes de reconocer la apabullante superioridad del Real Madrid en la Supercopa, donde Pep Segura, director del área deportiva del Barça, culpó al central de un error determinante en la eliminatoria.
Aunque cuajó un gran encuentor ante el Espanyol, Jorge Molina le dejó en evidencia con un caño espectacular en el Coliseum Alfonso Pérez, donde el Barcelona sudó de lo lindo para lograr la victoria.
Ese túnel de Piqué lo aprovechó también Griezmann para dejar al catalán por los suelos de un Wanda Metropolitano que le recibió con silbidos, al estilo de Figo en el Camp Nou.
El último episodio del mal arranque del central se vivió en la jornada de Champions ante Olympiakos, donde el central fue expulsado por dos amarillas evitables para un jugador de su experiencia.
Mientras el Barcelona presume de rigurosidad defensiva, Piqué atraviesa un pequeño bache emocional -con la Selección Española- y futbolístico. Valverde y Lopetegui siguen esperándole.