Es posible que hasta el pasado 24 de junio nadie hubiera escuchado el nombre de Moussa Wagué. Sólo los aficionados al fútbol belga o los seguidores incondicionales de la Selección de Senegal podían conocerle.
El futbolista senegalés, de sólo 19 años, milita en el KAS Eupen belga. Su club no es ni siquiera uno de los grandes de Bélgica, un honor reservado a Anderlecht, Standard, Brujas, Gent y Genk.
Wagué juega como lateral, preferiblemente diestro, aunque puede hacerlo por la banda contraria. Así mismo, puede adelantar filas y jugar como carrilero. Y en alguna ocasión aislada le hemos visto desempeñarse como defensa central, pese a que no especialmente grande (mide 177cm.).
Salido de la cantera de la Academia Aspire, con la que el KAS Eupen tiene acuerdos (como otros clubes como la Cultural Leonesa), era cuestión de tiempo que despuntase y su nombre sonase para un grande.
Su gran día fue el ya mencionado 24 de junio, cuando con su gol a Japón en Ekaterimburgo se convirtió en el futbolista africano más joven en marcar en una Copa del Mundo. Y por haber dado ventaja momentánea a Senegal, claro.
El Barcelona, aconsejado por su nuevo director deportivo, Eric Abidal, se ha encaprichado de él. Se dice que incluso, por su juventud, podría ir al filial. Pero con el Barça B en Segunda B, y con su proyección y potencial, quizá su sitio esté en el primer equipo, peleándole el puesto a un Sergi Roberto que ni siquiera es lateral.