A Sergio Ramos van a tener que crearle una sala especial en el museo del Real Madrid. El capitán volvió a salvar a un equipo sin juego y acogotado por el fútbol ofensivo del Nápoles con dos cabezazos celestiales. De los que ya se han convertido en marca de la casa de un jugador que entrará en la historia de este deporte quieran sus detractores o no.
Se acaban los calificativos para un jugador que siempre aparece cuando el Madrid le necesita. Hará penaltis, tendrá despistes defensivos, verá rojas... pero son errores que se le perdonan al de Camas por todo lo que da al equipo cuando peor lo está pasando.
Dos saques de esquina le valieron al Real Madrid de Zidane para salvar una eliminatoria de Champions que por momentos se le puso muy complicada a los blancos. El infierno en el que se convirtió San Paolo terminó por afectar a un Madrid que no vio el balón en toda la primera mitad.
Con Modric, Marcelo y Kroos cuajando uno de sus peores partidos de la temporada, el Madrid vivió de los chispazos de Bale y de una acción de Cristiano que mereció el gol y pudo cerrar la eliminatoria. La 'bbc' volvió a fallar y el Madrid se convirtió en una máquina de perder balones ante la alta presión de los de Sarri.
Más madera.
Para colmo, el Nápoles tuvo la gasolina que necesitaba para avivar el incendio: un gol de Mertens tras gran jugada Hamsik. El Madrid se vio 1-0 abajo y los peores temores se convirtieron en realidad. Los blancos incluso tuvieron que dar las gracias de llegar con vida al descanso en una eliminatoria que se había vuelto totalmente loca por la movilidad de Insigne y Mertens y la calidad técnica de Hamsik.
La segunda mitad, pese al rapapolvo del descanso, no cambió demasiado en el inicio. El Nápoles seguía jugueteando con el mechero y el Madrid esperaba una lluvia torrencial que permitiera que los blancos sellaran un pase a cuartos que traían bastante encarrilado del Bernabéu.
No llegó la lluvia, pero sí el clásico bombero, Ramos, para salvar a Zidane y a los suyos. Un córner, para qué más, le sirvió al de Camas para poner las cosas en su sitio.
El tanto mató al Nápoles. Los celestes seguían necesitando sólo dos goles, pero el gol les cortó las alas y el cansancio por la altísima presión de la primera mitad comenzó a aparecer. En estas, el Madrid forzó un nuevo córner y, majestuoso, Ramos agrandó aún más su impecable partido con un remate inapelable, que Mertens envenenó aún más para un ya vendido Reina.
Era el 1-2. El Madrid, sin juego, tenía la eliminatoria y el partido en el bolsillo. Y, sobre las cenizas del incendio, los blancos lograron por fin hacer su juego. Toque, toque y más toque y sentencia por mediación de Morata ya en el descuento.
Los partidos se suelen ganar por buen juego o por acertados planteamientos tácticos pero, en la Champions, los partidos los gana Ramos y los gana el Real Madrid.