El Málaga no se llevó una derrota a casa, sino una hemorragia comparable a arbitrajes funestos como los de Rubinos Pérez en Mestalla o Craig Thomson en Dortmund. Una hemorragia de puntos, de sancionados, de lesionados. Y puede que hasta del liderato si la lógica se impone en los resultados de la jornada. La noticia debía ser la remontada exprés de Osasuna. Pero Lafuente Ramos pretendió un protagonismo que se llevó merecidamente.
Porque al colegiado del encuentro se le fue de las manos un partido en el que acusó el ambiente local. Mostró una segunda amarilla a Blanco Leschuk bastante polémica. Cuando en principio no tenía intención de sacarla, ante las protestas locales acabó echándose la mano al bolsillo. El jugador rojillo había ido al suelo, pero los brazos del argentino, a diferencia de su primera tarjeta, no estaban en el aire.
En ese momento, con 15 minutos por jugarse, el aún líder ganaba por 0-1. Ciertamente, sin muchos más méritos que los de la puntería, gol de Pau Torres en el primer tiro, y saber sufrir. Pero ya se sabe que ese modus operandi suma bastante en la categoría, y es tan válido como otros.
En una de las múltiples faltas laterales que el colegiado señaló en las inmediaciones del área, Juan Villar, en una mala defensa de Luis Hernández, cabeceó para el 1-1. Se produjo la clásica disputa porque los rojillos querían sacar rápido y se lió una tangana.
N'Diaye, que saltó como un resorte, demasiado revolucionado, enganchó a un rival por la camiseta. El tumulto se montó en un parpadeo. Lafuente Ramos, al que no le llegaba la camisa al cuello por entonces, decidió expulsar a uno por bando y así cumplir expediente. El africano y Xisco pagaron el pato de su dispersión.
En plena conmoción, Roberto Torres lanzó una falta desde su casa que se coló prácticamente por la escuadra. Munir la rozó, pero entró. La locura en El Sadar... y en los jugadores del Málaga, que no se creían cómo el árbitro y sus desatenciones les habían desquiciado y sacado del choque.
Pero la factura no quedó ahí. Juanpi se lesionó en la primera mitad, Koné en la segunda. Ricca, Ontiveros y Adrián vieron la quinta amarilla. El Málaga tendrá más trabajo esta semana en el gabinete jurídico que en los entrenamientos.
La victoria permite a Osasuna tomar un nuevo impulso hacia la zona alta y confirma que tan bien está el conjunto blanquiazul en su casa como ido a domicilio: solo ha sumado un punto de los últimos doce. Y por ahí se le va a escapar la primera posición en la tabla.