Repetto resucitó la grandeza de Liga de Quito

Más que con espectáculo futbolístico, lo logró con una gran dosis de buenos planteamientos, cuya base siempre fue el orden, la paciencia y la efectividad para aprovechar algún error defensivo del rival.

Ese estilo careció de aceptación en el paladar exigente de los aficionados, directivos y de un gran sector de los comentaristas deportivos, que aun revivían la gesta continental de 2008, que se prolongó hasta el 2010, años en los que conquistó también la Copa Sudamericana y dos Recopas Sudamericanas.

Al final de cada encuentro del actual torneo, no importaba si el equipo de Repetto ganaba donde solo había perdido en los últimos diez años, porque el comentario en común era: ganó pero no convenció.

Pero más allá de si juega o no bonito, el equipo que en muchas temporadas tejió un juego vistoso -que valió para que lo calificaran como el equipo de 'la bordadora'-, Liga se dio el lujo este año de ganarle a los últimos protagonistas de los torneos locales e internacionales de la reciente década.

Le ganó y quitó el liderato en los partidos de ida y vuelta a Barcelona, que en el 2016 obtuvo el título local y en el 2017 llegó a semifinales de la Copa Libertadores. Derrotó de visitante al campeón reinante, Emelec, uno de los cuadros más destacado a nivel local en los últimos diez años.

Para allanar su camino y quedar a un punto de los seis en disputa para la conquista de la primera etapa, repitió ayer, lunes, el 2-1 con que ganó el encuentro de ida en marzo pasado a Universidad Católica.

"La garra charrúa" de Repetto también ha sido un ingrediente especial para contagiar a la mayoría de sus jugadores, que se convirtieron en baluartes como el defensa central Franklin Guerra, el portero argentino Adrián Gabbarini, el goleador y capitán del equipo, el también argentino Hernán Barcos.

Recuperar la identidad y jerarquía para hacer nuevamente de Liga un cuadro ganador resultó una labor titánica para Repetto que, con sus resultados, ha dado muestras de estar hecho para triunfar en Ecuador.

Y es que en 2012 tomó el proyecto con el joven equipo del Independiente del Valle y cuatro años más tarde lo llevó a la final de la Libertadores, que perdió ante Atlético Nacional, de Colombia, no sin antes eliminar en la fase de Grupos a Colo Colo, de Chile, después a Boca Juniors y River Plate, en la propia Argentina.