Hay algunas personas que no saben vivir sin fútbol. Uno de estos casos parece ser el de Arjen Robben, que ha seguido vinculado al verde y al balón de una forma bastante curiosa.
A un ex futbolista de su calibre no le hubiera sido complicado comenzar a formarse en uno de los clubes con mayor nivel del mundo, pero él ha decidio tomar una ruta alternativa más tranquila.
Lejos de todo el bullicio, se ha convertido en papá y entrenador al mismo tiempo. Su hijo Kai milita en los alevines del TSV Grünwald y ahora ha tomado las riendas del equipo, a escasos kilómetros de su casa.
"Me divierto mucho con los chiquillos. Entrenamos dos veces por semana y los fines de semana hay partido", comentó el holandés en una entrevista concedida a 'Sky'.
El mítico jugador aseguró que no tiene prisa por ser entrenador profesional y que prefiere estar un tiempo alejado de los focos. De momento, los únicos privilegiados son las pequeñas promesas del Grünwald.