Muchas historias se cruzan cuando juegan 'culés' y 'ches'. Lógico, son dos de los grandes históricos del país. Por eso pudieron disfrutar de uno de los mayores genios que ha dado la prolífica Brasil. Sin embargo, hay más fotografías relucientes de su paso como azulgrana: el Barça le puso en el gran escaparate; el Valencia lo incorporó hasta por dos veces en un intento poco fructífero de sacarle el mayor jugo.
Doce millones de euros se gastó el Barcelona en su día para sacarle del PSV, donde hizo sus primeras diabluras europeas. Hoy en día, esa cantidad habría crecido exponencialmente. Futbolista de fantasía, hacedor de regates nunca vistos antes, rey de las vaselinas y delantero afincado en el área, donde se movía con tanta soltura como en la noche.
Su estreno dejó sus credenciales claras: triplete ante la Real Sociedad. Y ahí sigue su logro, desde entonces ningún jugador ha vuelto a debutar haciendo tres goles. Fue el primer de sus cinco 'hat tricks' ese año. El más célebre, el logrado ante el Real Madrid en una 'manita' con cola de vaca incorporada a Rafa Alkorta. Seguramente, su momento más álgido en España.
En noviembre de 1988 Romario marcaba su primer gol en Europa. Luego llegó al Barça y pasó esto. pic.twitter.com/xCrxtXHx9C
— Revista Líbero (@revistalibero) 7 de noviembre de 2017
Ese Romário sublimó el fútbol. En la retina de los azulgranas quedan también su vaselina en El Sadar, un doble regate al portero del Tenerife y un defensa en el área pequeña o un gol sin ángulo ante el Racing.
La temporada, eso sí, acabó con sabor muy amargo. El Barcelona perdió la final de la Copa de Europa ante el Milán estrepitosamente (4-0). Luego llegó el Mundial que conquistó Brasil con 'O Baixinho' como Balón de Oro y el principio del final.
Porque Romário se emborrachó de éxito y llegó con casi un mes de retraso a la pretemporada barcelonista. Fue el primer capítulo de varios desencuentros, todos ligados a su frenesí nocturno y sus problemas para someterse a la disciplina de club. En el mercado de invierno se marchó al Flamengo.
Allí recuperó su mejor nivel y el Valencia llamó a su puerta. Lo intentó encauzar Luis Aragonés, con quien tuvo sus desencuentros públicamente, del que salió el célebre "míreme a los ojitos". El delantero llegó a echar un pulso a la directiva para que eligiera y ello derivó en su regreso al Flamengo, pese a algún ramalazo de su calidad intermitente.
Pese al precedente, Jorge Valdano quiso intentarlo y activar el interruptor de su magia. Para ello, ni siquiera dudó en incluir una cláusula en su contrato que le permitía salir de fiesta por la noche sin límites horarios. Aquello acabó convirtiéndose en una bomba dentro del vestuario, hartos de Romário por sus diferentes códigos de régimen interno. Y ni siquiera lo pudo disfrutar el argentino, relevado antes de su llegada en favor de Claudio Ranieri.
El delantero brasileño, incluso, se enfrentó públicamente con una rueda de prensa en la que ninguneó a sus compañeros. "Que se jod** si no les gusta que salga. Si alguno viene a pedirme explicaciones, ya saben dónde los mando", fue su respuesta. Y claro, la cuerda se volvió a romper. De nuevo en Brasil, allí apuró sus días de gloria. Donde pudo conjugar una de sus máximas: "Cuando no salgo, no marco".
Su paso por España se repartió en dos años como azulgrana y otros dos por la ciudad del Turia. Pero hizo 39 goles con el Barça y una docena en Valencia. Rendimientos diferentes pero genio y figura en ambos sitios para este goleador políticamente incorrecto. La ironía final de su carrera fue, precisamente, que acabó siendo político, defendiendo unos ideales de compromiso y legalidad pese a unos inicios difíciles.