13 victorias consecutivas se dicen pronto, pero hacerlo es algo más complicado. Sin embargo, este Osasuna de Arrasate se ve capacitado y motivado para lo que sea necesario con tal de ascender.
El Deportivo, no obstante, hizo algo que no ha hecho casi nadie en El Sadar esta temporada. Empezó mejor, se adelantó en el marcador y dio un susto a la afición navarra con su entrada al partido.
Pero se volvió a descoser en defensa el equipo coruñés, que mostró otra cara en el primer tiempo. Pep Martí metió a Mosquera, Bergantiños y alineó a Christian Santos para que acompañara a Quique en la punta de ataque.
Precisamente fue Quique el que estrenó el marcador. El delantero vallisoletano aprovechó un gran envío de Pedro Sánchez para definir ante Rubén Martínez, aunque luego no celebró el tanto por su pasado rojillo.
Empató pronto Osasuna y eso le valió para afrontar con otra cara el resto del encuentro. Rubén García fusiló a Dani Giménez y finiquitó una contra que dejó en evidencia al cuadro blanquiazul.
La igualdad se instauró en Pamplona. El Deportivo se adueñó de la posesión, mientras que Osasuna aguardaba cómodo y a la espera de un contragolpe en su propio campo.
Pasada la media hora de encuentro, un balón parado fue colocado en la escuadra de Dani Giménez por Rubén García, que completó un doblete fantástico para elevar a los cielos al equipo de Arrasate.
Tras el paso por vestuarios, el Deportivo trató de reaccionar, tanto con los cambios como por un juego más directo sobre la meta local. Sin embargo, Osasuna tenía el partido bajo control.
La medular rojilla, liderada por Oier, fue esencial para que el Deportivo apenas creara peligro en una segunda parte en la que El Sadar festejó con los suyos la superioridad sobre el resto de la categoría. Pase de gigante. Nueva decepción coruñesa, incluso con el nuevo entrenador, Pep Martí.