Inglaterra prolongó su mal fario y seguirá sin empezar una Eurocopa con victoria. En Marsella, ni tan siquiera logró imponerse a una Rusia venida a menos por las bajas que fue una sombra de lo que un día llegó a ser la Unión Soviética en el mundo del fútbol.
Los rusos ya no son un combinado agradable de ver. De hecho, ante la falta de calidad en el centro del campo, apuestan por un fútbol ancestral. Algo a lo que jugaba Inglaterra hace varias décadas, pero a lo que hoy en día no juega prácticamente nadie.
Y es que los rusos se dedicaron prácticamente todo el partido a colgar balones desde la defensa en busca de la cabeza de Dzyuba. No crearon apenas peligro, pero lo poco que llegaron fue suficiente para rascar un empate con el que no contaba nadie.
Comienzo eléctrico.
Pese a todo, los 'pross' comenzaron con mucha intensidad. Rusia sólo se defendía y Lallana y Alli bailaban en la zona de tres cuartos, generando constantes superioridades gracias a las internadas por banda de Walker y Rose.
El 1-0 se veía venir, pero nunca llegaría en la primera mitad por la falta de puntería inglesa. Alli, imperial en el centro del campo, comenzó con los acercamientos peligrosos, pero su primer disparo se fue desviado, como tampoco generaron peligro los lanzamientos centrados posteriores de Lallana o Smalling.
La más clara en la primera mitad la tuvo precisamente el jugador del Liverpool, tras una preciosa combinación entre Alli y Walker. El disparo del centrocampista, después de la cesión del lateral del Tottenham, se marchó rozando el palo y, a partir de entonces, los 'pross' vieron cómo su dominio se diluía.
Rusia comenzó a llegar gracias al balón parado y el partido se igualó en la última fase de la primera mitad, como también estuvo parejo durante los primeros minutos de la reanudación.
Dier, casi decisivo.
Los rusos continuaron abusando del balonazo en la segunda mitad, pero acabaron sacando a Inglaterra del partido. El balón ya no era inglés y Alli desaparecía hasta el punto de que pasaron a ser los británicos los que vivían del balón parado.
Antes, en pleno momento de control ruso, Smolov había avisado con un precioso remate con efecto que salió lamiendo el palo de la portería de Hart. Quien sí que se estrelló con el poste fue un Rooney que trató de fusilar a Akinfeev en un balón suelto y se encontró con el excelente desvío del portero ruso al larguero, en una intervención repleta de reflejos.
Las faltas se sucedían en las inmediaciones del área del equipo de Europa del Este y tuvo que ser un jugador poco habituado al gol, Dier, quien abriera el marcador. El centrocampista del Tottenham remató con violencia, algo centrada, una falta y Akinfeev se la tragó. Inglaterra ponía el 1-0 y mandaba, controlando un choque ante una Rusia que parecía haber quemado sus balas apostando por el 0-0.
Berezutski salvador.
Sin embargo, con el tiempo cumplido y sin haber disparado a puerta en toda la segunda mitad, Rusia conseguiría un premio excesivo ya en el descuento. Schennikov colgó el balón a la desesperada y Berezutski, imperial, se levantó para cruzársela a Hart al palo largo. El postrero remate de Glushakov, ya dentro de la portería, sólo sirvió para poner más emoción a un remate que enfrió el Velodròme.
Inglaterra, pese a dar la mejor imagen de este inicio de campeonato, culminó pinchando. Lo que ayer salvó a Francia hoy condenó a Inglaterra. Los rusos, mientras tanto, sonríen.