La última página del álbum de fotos de Mo Salah es muy triste. Vio desde el banquillo, lesionado, cómo se desmoronaba su equipo en Kiev para caer 3-1. Sin embargo, nada empaña una temporada histórica y espectacular en la que se ha consagrado como uno de los mejores delanteros del panorama planetario.
44 tantos, diez de ellos en la mejor de las competiciones de clubes, tienen la culpa. 44 goles que le han convertido en el líder de un atacante demoledor y en un aspirante a suceder a los Messi y Cristiano Ronaldo el día de mañana, ya en el mismo barco que Neymar o Mbappé.
Hasta los últimos partidos de la Premier League estuvo disputándole la Bota de Oro a Messi, quien solo en un arreón extemporáneo tuvo la posibilidad de arrebatarle la primera posición.
A base de goles, muchos de ellos preciosos, se convirtió en el gran referente para llevar a su equipo hasta la final de la Champions y a su selección para meterla en un Mundial 30 años después.
Varias distinciones
No sólo su equipo, toda la Premier se rindió a sus pies. Fue elegido mejor jugador de la competición tanto por sus compañeros como por la competición.
Dentro de unos meses, su nombre comenzará a sonar en la votación del Balón de Oro, donde raro será no verle con los mejores. Méritos ha hecho de sobra para ello.
Salah ha conquistado por igual los corazones de Anfield y de su país. En el estadio inglés ya oye una canción personalizada en cada partido; en Egipto se ha convertido en la gran figura, no solo deportiva, sino en todos los órdenes. Su nombre llegó a aparecer de manera mayoritaria incluso en las papeletas de las elecciones.
¿Quedará más?
Se cerró la persiana del fútbol con su club, pero aún queda el Mundial. Eso sí, todo muy a expensas de las pruebas médicas que se le realizarán en el dañado hombro que le llevó a ser relevado en la primera mitad.
Si se confirma su presencia y, a pesar de que su selección ni siquiera tiene grandes opciones de quedar entre los dos primeros de su grupo (Rusia, Arabia Saudí y Uruguay), es el mejor escaparate posible.
Y ya le mirarán, si se recuperar a tiempo, como el tremendo futbolista en el que se ha convertido a sus 25 años y que seguro, durante el verano, hace que algún club eche cuentas para ver si se lo puede llevar.