No se puede jugar con miedo ante el Liverpool. Se le puede tener respeto, se puede jugar a la defensiva, pero ser conservador, perdiendo desde el minuto 4, es un suicidio. Es hasta indigno, futbolísticamente hablando.
El Sheffield United ha decepcionado a propios y a extraños en su segundo pico de primera categoría del invierno. Ya le tocó padecer al City, ha sufrido al Liverpool y en dos semanas le toca jugar ante el renacido Arsenal.
Quizá por eso, porque por mucho que esté cerca de Europa esta no es su liga, el Sheffield United distó de ser el equipo que ha sorprendido a la Premier esta temporada.
Saltó a Anfield muy tímido, solo presionando con intensidad, pero sin aportar nada más. El Liverpool tampoco le dejó mucho margen, y menos tras marcar en la primera clara que tuvo.
El autor del 1-0 fue Mohamed Salah. Apertura para Robertson, resbalón de su par, Baldick, y centro para que Salah rematase a placer el primer tanto de la noche. Era el minuto 4 de partido.
Se le torció el plan muy pronto al Sheffield, y no fue capaz de reaccionar. El Liverpool monopolizó el balón y no dio tregua a su rival. Quien esperase que esta noche sufieran los 'reds' tuvo que acabar muy decepcionado.
Fue un completo monólogo del Liverpool, quien sin arriesgar lo más mínimo adormeció el partido y trató de buscar, de una forma muy conservadora e inteligente, un segundo gol.
Eso provocó que el partido no fuera para nada vistoso. El Liverpool juega de memoria, sin arriesgar ni conceder ni un metro al rival. Hubo ocasiones, sí. Fueron un goteo constante y casi todas en la portería visitante.
Los 'blades' tuvieron apenas un par de oportunidades en el primer tiempo, pero ninguna clara. Quizá la más prometedora fue un contragolpe que cortó de forma providencial Van Dijk cuando el primer periodo agonizaba.
Y el segundo fue un calco del primero. El Sheffield United seguía sin reaccionar, sin aportar nada diferente, sometido a la voluntad de un Liverpool que en esta ocasión tardó veinte minutos en volver a ver puerta.
Fue Mané, en dos tiempos, previo pase genial (y que demuestra como pocos que juegan de memoria) de Salah, quien duplicó la ventaja 'red' y sentenció el encuentro.
El segundo gol fue un mazazo. El Sheffield hizo sus cambios, pero ya era tarde. Marcarle al Liverpool era una heroicidad, y marcarle dos, una epopeya. Y de hecho, estuvo más cerca el 3-0 que el 2-1, por ejemplo.
No en vano, Dean Henderson, el joven portero del Manchester United que se está fogueando a base de bien en el Sheffield, evitó que el resultado fuera más abultado.
El guardameta inglés realizó varias intervenciones de mérito en la segunda parte, con el Liverpool volcado en ataque, sumido en el frenesí del cazador que sabe que ha herido a su presa.
Pero no se movió más el marcador. Si siquiera con un remate de McBurnie casi en boca de gol que Alisson, sin saber muy bien cómo, atrapó sobre la línea.
Y así, el Liverpool dio un paso más hacia su primera Premier League, bajando a la tierra a un Sheffield cuyo objetivo es sumar once puntos en esta segunda vuelta y asegurar la permanencia un año más en la élite.