Aquella final fue inolvidable. Por lo que logró el club maño y por lo que supuso de cara al madridismo, uno de los dolores de cabeza más inesperado de las últimas décadas.
El equipo que por entonces dirigía Carlos Queiroz contaba en sus filas con Zidane, Beckham, Figo, Roberto Carlos, Raúl y Guti, entre otros. Pese a que en el plantel zaragozano había tipos de alto niel como Villa, MIlito, Savio o Galletti, la diferencia entre los planteles era evidente.
Todo parecía ir normal cuando Beckham, con un buen tiro de falta, puso el 1-0. Sin embargo, en la misma primera parte entre Dani y Villa le dieron la vuelta al marcador.
Roberto Carlos empató a los tres minutos de la reanudación y el Zaragoza se quedó con diez hombres en el 67. Parecía que no duraría mucho. Con todo, forzó la prórroga.
Ya en ella, Guti vio también la roja y, a nueve minutos para el final, un genial lanzamiento de Galletti desde lejos sorprendió a Casillas y dejó el 2-3 definitivo con el que el equipo de Víctor Muñoz conquistó su última Copa del Rey.
Poco después de aquello, el Mónaco de Fernando Morientes apeó al Madrid de la Champions. Fue el principio del fin de un proyecto que también conllevó el abandono de Florentino Pérez de la entidad.