Gattuso lleva la intensidad de los banquillos a otro nivel. Le pueden los nervios y esa garra que demostraba sobre el terreno de juego no termina de domarla en los banquillos.
La tensión que demuestra es tal que no controla alguno de sus gestos. En el último partido del Pisa, acabó torteando la cara de su ayudante, que fue a entregarle el cronómetro en pleno descuento. Estilo Gattuso, siempre inconfundible.