Jugar contra el Viktoria Plzen era un oasis para Lopetegui. En la competición fetiche, un rival propicio para despegar. Pero no, al descanso no había sucedido. Al contrario: más fantasmas volvieron a campar por el césped del Bernabéu.
Bien se podrían haber marchado 3-0 al descanso los jugadores blancos. Pero no es menos cierto que se llevó más sustos de la cuenta.
El equipo descorchó la botella y toda la efervescencia duró apenas cinco minutos. Varios saques de esquina, un tiro de Ramos al palo, un rival metido en su campo. Pero fue solo eso, gas.
Valió para que Benzema, a los once minutos, rompiera pronto el marcador en un buen cabezazo. Que confirmó el dominio inicial, pero también quitó el primer susto de la noche: una parada de Keylor Navas a un Petrzela que hundió el área hasta conectar un tiro que no entró por poco.
Se avecinaban más tantos
El 1-0 no solo no dio una marcha más; es que el modesto rival se creció y se acercó más. A la media hora, Limbersky aún se preguntaba cómo había marrado esa ocasión ante Navas con un intento de vaselina.
El Madrid era mejor en esencia, pero los chispazos y arrancadas del cuadro checo iban provocando algún murmullo. Y, ciertamente, un par de ocasiones más firmadas por Isco no fueron gol de milagro. Y el colegiado no vio un claro penalti sobre Lucas Vázquez a cuatro para el descanso.
Pero la última foto de la primera mitad fue un grosero error de Marcelo. Milagrosamente, en boca de gol de nuevo Petrzela perdonó de manera incomprensible. No llegó el empate; sí una pitada para un Madrid que no termina de encontrar su flor.