En bastantes ocasiones se fiscaliza el fútbol por su falta de humanidad. Fueron, sin embargo, motivos muy mundanos los que llevaron a Josep Ilicic a abandonar temporalmente los campos de juego pese a que vivía el año de su vida. El pasado domingo, en Nápoles, reapareció tres meses después. Pero la escena europea, la que le vuelve a llamar en campo del Midtjylland, había desaparecido el 10 de marzo. Justo la noche en que completó el partido más sonado de su carrera.
En Mestalla, viviendo uno de los primeros partidos sin público de la actual crisis sanitaria, logró un póker único, pues nadie había marcado cuatro goles a domicilio en la fase de eliminatorias de la Champions League. Luego, ya es sabido, la pandemia fue minando su ánimo para competir. Disputó varios encuentros en la Serie A, pero ya nada fue igual.
No tiene claro Gasperini, según aseguró en la previa del duelo en Dinamarca, si el esloveno está para 90 minutos, aunque sí dejó entrever que participará en este choque y así dar continuidad al del pasado domingo, cuando debutó esta temporada.
A pesar de sus brutales números del curso pasado, el Atalanta supo sobrevivir a él. Si con Ilicic en el campo la media era de 2,55 goles a favor y el promedio de triunfos, del 60%, sin él sobre el terreno de juego (un total de once partidos) solo bajó a 2,45 y un 54,55%, respectivamente.
En cualquier caso, el delantero de 32 años espera seguir coleccionando en la Champions League alguna noche histórica más.