Bale hizo el partido de su vida ante el Kashima Antlers. De acuerdo, el rival era propicio para que el galés, con su envidiable velocidad, hiciera estragos entre los desnortados defensas nipones, pero al César, lo que es del César: Bale se salió.
Gareth Bale vio la luz cuando se vendió a Cristiano. Por fin podría recuperar su añorada banda izquierda, sin nadie que se la discutiera. ¿Isco? ¿Asensio? Que el entrenador les busque otro sitio, en el carril zurdo manda Bale.
Pero no pasó. Gareth Bale se ha visto obligado, por una razón u otra, a ir alternando de banda. Exigencias del guión, lo llaman. Nadie hizo caso al clamor del madridismo aún con Cristiano en el equipo, quizá ahora, tras la exhibición en Abu Dabi, alguien escuche a Bale.
Parece que Solari ha terminado de tomar buena nota. Bale lleva cuatro titularidades consecutivas siendo el extremo zurdo del Madrid, rindiendo a un nivel más que notable. Resulta que la receta del éxito era la petición de Bale desde que se empezó a aburrir de jugar por la derecha.