Suma y sigue. Son Moix se ha empecinado en morir con el objetivo del ascenso entre ceja y ceja. Con un talismán así, todo es mucho más sencillo. Sin embargo, mejor llamarlo trabajo y conexión a una dinámica tan positiva.
Y es que son ocho partidos sin perder en el estadio mallorquín. El último equipo que venció allí, el Málaga, allá por el mes de diciembre. Ha llovido mucho desde entonces, sobre todo puntos de todos los colores que permiten a los de Vicente Moreno seguir vivos en la pugna por el 'play off'.
De hecho, si el Mallorca consiguiera la mitad de la fiabilidad a domicilio que demuestra como local, sería un serio aspirante a ocupar plaza de ascenso directo. Y viene de Segunda B, algo que maximiza el meritazo que tiene este club.
Enfrente, otro recién ascendido, aunque más humilde en materia histórica. El objetivo de ambos desde el principio era el mismo: cerrar la permanencia cuanto antes. El Mallorca se lo ha creído desde la jornada 1 y ha mantenido una regularidad espectacular.
Dos jugadores son claves para entender el sistema de juego y esquema bermellón. Aridai y Lago Junior, dos puñales por sus respectivas bandas. Velocidad endiablada, acompañada por la calidad, el cerebro y la tranquilidad de un Salva Sevilla pletórico.
Pero, como el fútbol está hecho de errores, el extremo canario aprovechó uno tremendo de Andújar en la cesión para Basilio y estrenó el electrónico de este sábado. Se había abierto la veda goleadora, y el 'huracán Mallorca' estaba en marcha.
No era el día
A los ocho minutos, fallo incomprensible de Iza, penalti tan claro como previsible y gol de Lago Junior. El Mallorca puso aún más tierra de por medio. El Rayo Majadahonda recibió dos golpes en poco tiempo y, tras esto, le costó reaccionar.
Lago Junior volvió a llevar el terror a la defensa 'majariega', incluso cuando parecía que se había lesionado. Los de Iriondo intentaron dar señales de vida mediante el ímpetu de Aitor Ruibal y la amplia experiencia de Manu del Moral.
No había manera de marcar. Tras la reanudación, otra pena máxima, esta vez para el cuadro madrileño, que desperdició Héctor Hernández y detuvo un inconmensurable Manolo Reina. El Mallorca perdonó en varias ocasiones, pero el Rayo no cogió esa vida extra y se queda enganchado en la agónica lucha por el descenso.