En esto del fútbol, la suerte juega un papel protagonista. Y en El Alcoraz, el destino fue tan caprichoso que dibujó un guion pocas veces visto sobre un terreno de juego.
Pongámonos en situación. La SD Huesca recibía la visita de la SD Amorebieta en la decimotercera jornada de Segunda División. Con todo listo, el colegiado Alejandro Quintero González señaló el pitido inicial del partido.
Durante los primeros minutos, todo marchó con normalidad, hasta que, al alcanzar el 12' de partido, la mala suerte se apoderó del Amorebieta y la fortuna hizo acto de presencia a favor de los locales.
Oier Luengo, tras un lío en la defensa, no pudo evitar meterse el balón en su propia portería, para lamento de Íñigo Vélez. Y os estaréis preguntando qué es lo insólito en un gol en propia puerta, algo que sucede decenas de veces cada fin de semana. Pues que el tanto del empate llegó de la misma manera.
Sí, tal y como lo leen. La misma fortuna que acompañó a la SD Huesca en el 1-0 se le puso en contra con el tanto del empate, un definitivo 1-1 que subió al marcador gracias al gol en propia puerta de Marc Mateu en el minuto 78.
Un resultado con el que el encuentro llegó a su fin y provocó que la afición local, poco contenta con este reparto de puntos, le regala una soberana pitada a sus jugadores, en la tarde en la que Xisco Muñoz debutaba como técnico.
Un nuevo punto que suma la SD Huesca para elevarse hasta la undécima posición con 16. Por su parte, el Amorebieta no consigue alejarse de la penúltima plaza, con solo nueve.