Todo sucedió tras la disputa del partido. Los jugadores pusieron camino a vestuarios y, antes de llegar al túnel, Josh Murphy se paró con un niño que había acudido a la valla para saludarlo.
El jugador le saludó de manera cariñosa y el chico no pudo decir nada. Mientras, Murphy se quitaba la camiseta para regalarsela y el pequeño, que ya había empezado a llorar, acabó arrancando un llanto descontrolado.
Murphy le ofreció la camiseta. El niño la cogió rápidamente y fue instantáneamente a abrazar al futbolista. Tras el mágico momento, el jugador le dio un par de palmadas en la espalda y el niño, tímido y sin saber qué hacer o decir, se dio la vuelta rápidamente y se marchó en busca de sus padres.
30 de agosto de 2019