Hubo que esperar un largo rato para ver la primera ocasión del partido -y ninguna de ellas fue clara en la primera mitad-. Ambos bandos se probaban para comprobar por dónde atacar y cómo hacerlo en un contexto en el que las defensas eran las dominadoras del encuentro.
Aunque fue más peligroso el cuadro de Guti, la sensación era más satisfactoria para los ovetenses. A priori, eran los inferiores y estaban consiguiendo que los 'indálicos' no les hicieran nada en los Juegos del Mediterráneo. Ortuño tuvo un par de oportunidades para marcar, además.
Pero la mejor fue de Muñoz, que trató de mandar al fondo de las mallas con una especie de chilena desde el suelo un rechace procedente de un córner. No tuvo suerte y Carlos despejó el esférico antes de que llegara alguien en segunda instancia. Las espadas estaban en todo lo alto sin mucha pólvora.
Salieron mejor al campo los de Guti en la segunda mitad gracias a los cambios tácticos que propuso el preparador. Se concentró entonces el cuadro asturiano en defenderse de las acometidas contrarias, que no estaban siendo tan incisivas como podrían gracias a los numerosos despejes.
Pero, de tanto llegar, acabó teniendo lugar un penalti ciertamente dudoso. Arribas tocó a Corpas en el área y este se dejó caer; el colegiado interpretó que el contacto fue suficiente para derribarle, así que concedió la pena máxima. Núñez no falló desde los once metros y engañó a Lunin.
Unos minutos más tarde, la tragedia se cebó con los azules: Arribas y Lunin no se entendieron cuando una pelota se le acercaba al cancerbero y Núñez aprovechó para quitarles la bola, regatear al guardameta y marcar a puerta vacía. Los 'indálicos' dejaron correr el crono hasta el final y al Oviedo no le dio tiempo a más.