A lo largo de las últimas semanas, todos los focos apuntaron a Cristiano Ronaldo y Mohamed Salah. Los dos llegaron a Kiev con 44 goles este año, en plena pelea por el 'Balón de Oro' y con la posibilidad incluso abierta de compartir vestuario el año próximo. Egipto o Portugal apuntaban a reinar en la capital ucraniana, pero el fútbol terminó dando la vuelta.
Completó unos grandes primeros minutos el africano, que puso el susto en el cuerpo al Madrid junto a Mané y Firmino. No salían de la cueva los de Zidane, que sufrió lo indecible para aguantar el empuje 'red'. Al otro lado del campo, Cristiano, ausente por momentos y falto de chispa.
Zidane no encontró soluciones, Klopp le ganó la partida en el inicio. Cristiano malogró la primera gran oportunidad blanca y, llegando a la primera media hora de juego, todo cambió. Un quiebro de Salah, una porfía con Ramos. El egipcio acabó en el suelo, la mano en su hombro y todas las alarmas se encendieron.
Klopp no daba crédito. Su estrella decía adiós entre lágrimas a la primera gran final de su vida. La gran oportunidad de coronarse ante el mundo. No había consuelo para Salah, el gran puñal de este Liverpool incontrolable. En el césped del Olímpico de Kiev, Cristiano se despedía de forma cariñosa del ex de la Roma y todo se ponía de cara para el Madrid.
El asunto cambió drásticamente. Los de Zidane se soltaron, comenzaron a combinar y el Liverpool no encontró lo que había ido a buscar. Karius la pifió en dos ocasiones y Bale sentó cátedra, mientras que Cristiano se quedó a medias. Sin gol y sin brillo, dejando más comentarios por su posible marcha que por su fútbol.
Llegará el portugués al Mundial con la quinta Champions de su carrera, pero quizá con pie y medio fuera del Madrid. De él depende conquistar un nuevo 'Balón de Oro' al que Salah ya no podrá aspirar, salvo milagro, ya que algunas informaciones apuntan a que su lesión en el hombro le apartará de la cita de Rusia.