Nos vamos haciendo mayores y en la memoria cada vez es más difícil almacenar recuerdos. Pero en la 'culé' siempre habrá un hueco muy especial este día para Tito Vilanova. Un tipo que llegó sin hacer ruido y cuyo eco sigue muy vivo cinco años después de su fallecimiento.
Entre 2007 y 2013, su presencia en el banquillo del Camp Nou supuso una aportación fundamental en la época más exitosa de la historia de la entidad. Primero, como leal escudero y Pepito Grillo de Guardiola; después, volando en solitario.
Su gran mérito en su aventura solo fue la inolvidable Liga de los 100 puntos firmada en la temporada 12-13. Por entonces ya hacía bastantes meses que había recibido la peor de las noticias: padecía un tumor en la glándula parótida, que luego cristalizaría en cáncer y derivaría en su muerte.
El 19 de diciembre de 2012, el Barcelona informó de que su enfermedad había entrado en remisión, la más feliz de las noticias. Sin embargo, no pudo superar la posterior recaída.
Pese a ello, le dio tiempo a sentarse de nuevo en el equipo. Reapareció un 2 de abril de 2013, en la ida de los cuartos de final de la Champions contra el PSG, cuando un 2-2 fue el preámbulo de la posterior clasificación (1-1 en el Camp Nou).
La última vez que pudo dirigir un partido fue en un 4-1 ante el Málaga en Liga el 1 de junio de 2013.
Además de leer su nombre en el campo de entrenamiento actual de la primera plantilla, su recuerdo siempre está presente.
25 de abril de 2019