Mucho tiempo después, el Real Valladolid y Jordi Masip lograron cerrar la puerta y acabaron un partido sin encajar un tanto. Desde el 0-0 ante el Eibar, también en casa, el equipo pucelano había encajado de manera constante, incluyendo varias goleadas.
La seguridad defensiva, que tan arriba puso al equipo en el comienzo de Liga, se perdió en cuanto el equipo buscó generar algo más de peligro. La manta tapó una parte y destapó otra.
Si bien el choque ante el Villarreal era decisivo en la pelea por evitar el descenso y no se consiguió la victoria, las sensaciones que dejó el Valladolid sí que fueron positivas, sobre todo al final.
Queda la decepción de no haber logrado distanciar una semana más a un rival directo, sobre todo teniendo en cuenta el duro calendario que se le viene a los castellanos por delante, pero el equipo volvió a ser fiable atrás sin uno de sus pilares, Calero, y amenaza con volver a puntuar de nuevo fuera.
Sólo falta que los esfuerzos que se han hecho para mejorar la parcela ofensiva del equipo empiecen a dar sus frutos, pues hasta ahora Sergi Guardiola no se ha estrenado y Stiven Plaza ni ha debutado.