La Champions sigue pasando factura al PSG. Los hombres de Tuchel no están lidiando bien con la presión, y eso se ve en partidos como el que les enfrentó al Girondins.
Fue un partido que el PSG quiso dominar, en el que pudo haber goleado, pero que acabó siendo mucho más igualado que lo que se esperaba.
El PSG controló el partido hasta que la lesión de Thiago Silva desconcentró a los de Tuchel. Entró Gueye, Marquinhos pasó al centro de la zaga y mientras eso ocurría, Basic botaba un córner que Hwang remataba en soledad para hacer saltar la sorpresa en el Parque de los Príncipes.
Se había adelantado el Girondins contra pronóstico, pero la alegría duró poco en el cuadro bordelés. La maquinaria del PSG fue afinando y al tercer intento de Di María de encontrar a Cavani, llegó el gol del 'Matador'.
Un gol que no fue uno más, pues fue el número 200 con la camiseta del cuadro parisino que Cavani celebraba. Di María puso un balón perfecto al área y Cavani lo cabeceó picado, imposible pra Costil.
El gol lo cambió todo, y fue el Girondins quien se desconectó entonces. Cavani pudo haber hecho el segundo de los parisinos, pero su taconazo pegó en el poste. Percutían los parisinos, pero el gol se resistía a llegar.
Hasta que lo hizo. Recién comenzado un alargue de tres minutos Kwatengo hizo una mano infantil, cortando un balón poco peligroso y regalando una acción a balón parado al rival.
Di María puso el balón en el área, la zaga del Girondins naufragó y Marquinhos hizo el segundo de los locales, marcando con la clavícula ante la salida en falso de Costil.
Pero el primer tiempo no terminó ahí. El PSG, con la cabeza en los vestuarios, concedió un último ataque al Girondins, y de nuevo tras un balón parado, el gol.
En esta ocasión el tanto del 2-2 rozó la comedia. Sergio Rico se dispuso a despejar un balón, al no poder agarrarlo por venir de un compañero. Pablo saltó para tapar con más fe que otra cosa el despeje, y lo que nunca ocurre, ocurró.
El balón pegó en el zaguero del Girondins y se metió en la portería de un Sergio Rico a quien este fallo le dejó tocado. Los jugadores parisinos montaron en cólera, pues consideraban que el árbitro había tenido que pitar el descanso antes de que se jugase esa última jugada, y Neymar y Cavani fueron amonestados por sus protestas.
El segundo tiempo continuó siendo la locura que el primero insinuó. El tercer gol parecía estar al caer continuamente, pero tardó en llegar. Fue Marquinhos, tras un caótico córner, quien acabó rematando al fondo de las redes el balón que sumaría el tercer gol para el PSG.
Y seis minutos más tarde Mbappé, tras una serie de buenos ataques del PSG, pareció sentenciar el partido. El PSG insistió en busca de un quinto gol, pues se sentía cómodo en la locura que se había apoderado del Parque de los Príncipes.
Pero lo que se encontró fue el golazo de Rubén Pardo. Sergio Rico había sido protagonista por sus errores (el del 2-2 fue clamoroso, pero no fue el último), pero también por sus paradas. Metió buenas manos, pero nada pudo hacer para detener el trallazo del ex de la Real.
El partido pasó de estar resuelto a estar por decidirse una vez más. Quedaban siete minutos, y como en la recta final del primer periodo, los acontecimientos se precipitaron.
Marcó el PSG en el 89', un gol nacido tras una bella jugada de insistencia futbolística, rematada finalmente por Icardi, pero el colegiado lo anuló a instancias del VAR.
Hubo tiempo para más. Para que Neymar recibiera un par de feas entradas y se tomase la justicia por su mano, soltando él una fea patada que le costó la segunda amarilla y la consiguiente roja, dejando al PSG con diez los últimos segundos.
El Girondins fue valiente, y por momentos estuvo cerca de dar la sorpresa y sacar algo en claro de la casa de un PSG que sigue en shock, y que gana por pegada.