Y esa curiosidad le ha llevado a empezar a leer este artículo, en el que intentaremos explicar de dónde vienen y qué significan esos nombres tan peculiares. Porque todos conocemos el Hapoel de Tel Aviv, el Maccabi de Haifa o el Beitar de Jerusalén.
Para empezar, lo primero que hay que entender es que el propio estado de Israel es una anomalía en Oriente Próximo. Surgido, a grosso modo, como parte de una promesa cumplida por el Reino Unido al pueblo judío tras la Primera Guerra Mundial, hunde sus raíces en el histórico Reino de Israel, pero incrustado de forma artificial en la región tras la desintegración del Imperio Otomano.
Israel se convirtió, como era de esperar, en el centro de reunión de un pueblo machacado como pocos, el judío. Pero esa afluencia, en una tierra en la que el Islam fue predominante durante más de un milenio, auguraba un conflicto inevitable. Y así fue.
Un conflicto que ha día de hoy sigue vivo, y que ha marcado al joven estado de Israel de forma notable. Y eso afecta también al fútbol. Porque, como viéramos cuando hicimos un repaso similar a la onomástica de los clubes de la antigua Unión Soviética, las sociedades civiles, políticas e ideológicas han tenido una influencia vital en estos clubes israelíes.
Si uno pega un vistazo a la Liga Premier de Israel, pronto ve tres nombres que se repiten, los que encabezan este artículo. Hablamos de los Hapoel, de los Maccabi y los Beitar. Y aunque compartan denominación, no son un mismo club o filiales de un mismo club en distintas ciudades.
Empecemos con los distintos Hapoel. Los encontramos en Tel Aviv, en Haifa, en Jerusalén, y todos hunden sus raíces en un mismo movimiento: el Histadrut.
Se trata de la organización de sindicatos de Israel, y los clubes bajo esta denominación tienen fuertes vínculos con el sindicalismo, el socialismo y el movimiento obrero, en definitiva.
No en vano, estos clubes que forman parte de la asociación Hapoel llevan en su escudo el símbolo de esta, en la que se ve a una figura masculina sobre una hoz y un martillo.
A su derecha en el espectro ideológico encontramos a la Unión Mundial Maccabi. Casi medio millar de clubes de todas las disciplinas deportivas se encuentran adscritas a esta organización, cuyo fin es la integración de la comunidad judía a través del deporte. Se trata de una agrupación similar a la Hapoel, pero más neutra políticamente. O lo intenta.
Acabamos con Beitar, el movimiento juvenil sionista que da nombre al otro gran grupo de clubes israelíes. Y, como pueden imaginar, se encuentra en las antípodas ideológicas de los primeros, y en ciertos aspectos hace que Maccabi parezcan unos idealistas inocentones.
Sus posturas, radicales para muchos, próximas al integrismo religioso en ocasiones, son consecuencia del conflicto árabe-israelí surgido desde el mismo nacimiento del Mandato Británico de Palestina.
Hay otros clubes con otras denominaciones en el fútbol israelí, pero estas son, a todas luces, las más importantes y representadas. Tres nombres que nos recuerdan que, aunque se quiera librar al deporte rey de toda carga ideológica, esta está fuertemente incrustada en lo más profundo de su ser.
Es ser humano es un animal social y gregario, pero también profundamente violento y necio, y necesita sentirse identificado por unos colores, un escudo, una bandera, unos cánticos, unos camaradas, compañeros, amigos. Y si eso se puede canalizar a través del deporte, la sociedad sin duda lo agradecer.