En el Nuevo Los Cármenes se están preparando para la vuelta de una semifinal agónica ante el Athletic. Ya está todo preparado: las ganas e ilusión por llegar a la final y los tintes de épica necesarios para la remontada. El Granada ya ha entrenado para ello, lo hizo este sábado con un triunfo monumental.
No es el Athletic el Valladolid, pero bien sabe el Granada que cualquier rival de Primera División te mete en un aprieto en cualquier momento. Además, la lucha por la permanencia saca lo mejor de cada uno y, en este sentido, el cuadro pucelano llegó a agarrar de la solapa a los locales y a someterlos para vencer.
Pocos detalles se le escaparon a Sergio para certificar tres puntos que hubiera prácticamente sellado la permanencia del equipo vallisoletano en Primera División una temporada más. Tras una primera mitad la mar de igualada, el Valladolid enseñó las garras en una segunda agitada y con salseo.
Diego Martínez probó con un once plagado por las rotaciones. De inicio, la apuesta no le salió bien, ya que el Granada perdió su esencia de los primeros minutos, en los que es capaz de remover todo el escenario con su ímpetu para doblegar a su rival, y más en casa, en un Nuevo Los Cármenes a abarrotar.
Hasta el descanso, apenas tuvo que intervenir Masip en una acción de pizarra del conjunto nazarí. El Valladolid no se asomó sobre la meta de Rui Silva en los 45 minutos de arranque, pero esperó con ansia su oportunidad de dar el zarpazo que le permitiera sorprender a su rival.
Y, efectivamente, tras varias buenas apariciones de Rui Silva, el Valladolid encontró la fórmula para dar la campanada, más concretamente un Sergi Guardiola muy original para apañárselas en la búsqueda del gol. El '7' dejó pasmado al meta portugués del Granada con un centro-chut que tenía toda la intención de colarse en la portería local.
Supo reaccionar el Granada, aunque tardó en hacerlo. La entrada de Machís le aportó electricidad en ataque; la de Puertas, presencia en el área rival. Y de esa conexión llegó el punto de inflexión del partido en el 81', con un testarazo del atacante almeriense que estuvo acompañado de polémica por un golpe con lo que parece ser el hombro. El colegiado se decidió por el gol.
El Granada se vino arriba y creyó en una victoria que le afianzara en la mitad de la tabla de Primera División. Pero todo apuntaba a que el envite acabaría en empate cuando Carlos Fernández se sacó de la manga una genialidad al alcance de pocos: reverso monumental y zurdazo al palo en el 96'. Delirio en el Nuevo Los Cármenes, y a pensar en la Copa.