Ni aunque nos lo hubieran prometido nos habríamos creído que Japón iba a dejar en la cuneta a Bélgica en el Mundial de Rusia. Los imponentes 'Diablos Rojos', que arrasaron en la primera fase y dejaron probablemente el mejor juego del inicio del Mundial, vieron cómo un humilde equipo nipón estaba a un suspiro de acabar con su participación en la Copa del Mundo.
La primera parte fue de tanteo. Bélgica dominó pero no fue la apisonadora que todos esperábamos. Y Japón apenas se prodigó por los dominios de Courtois. Encuentro bajo control para los europeos, que, a pesar de las dudas que un 0-0 podía sembrar entre sus futbolistas, parecían convencidos de resolverlo en la reanudación.
Y lo harían, pero no sin antes llevarse un susto de campeonato. Inui, excelso durante todo el choque, recuperó y cedió a Shibasaki, que se inventó un pase espectacular para Haraguchi. Vertonghen dudó y cuando quiso reaccionar fue demasiado tarde. Bélgica ya recogía el esférico de las mallas de Courtois y el partido estaba 0-1.
Los europeos casi lo arreglan en la jugada siguiente, con un remate al palo de Hazard, pero sería de nuevo Japón quien se atrevería a soñar de manera más o menos firme con el 0-2. De nuevo Inui, esta vez para cocinarse un tanto con mucha clase desde la frontal.
A Bélgica le tocó remar mucho, pero la calidad de los de Roberto Martínez salió a relucir cuando más lo necesitaban. Y tuvieron la dosis de suerte necesaria, claro. Un cabezazo de Vertonghen se lo tragó Kawashima y el tanto fue gasolina para los belgas, que empatarían cuatro minutos más tarde, con bastante tiempo por delante, en un cabezazo de Fellaini.
Los últimos minutos dejaron ocasiones para ambos. La tuvo una vez más Inui y por dos veces Honda, pero también Lukaku permitió que Kawashima se luciera y se redimiera de su error en el 1-2.
Con ambos firmando la paz y la prórroga, la inocencia asiática hizo aparición para rescatar a Bélgica. Un córner de los asiáticos se transformó en una vertiginosa contra que acabó con el 3-2 definitivo de Chadli.
Tiempo cumplido y recuerdos amargos para Shoji, Shibasaki y, desde el banquillo, también para Ueda, que ya vivieron algo similar ante el Real Madrid en la final del Mundial de Clubes de 2016.
Aquel día, pese al 1-0 de Benzema, el Kashima Antlers le dio la vuelta al partido y soñó con hacer lo más grande gracias a dos goles del propio Shibasaki, pero un tanto de Cristiano envió la final a la prórroga y allí la calidad del propio jugador luso decidió.
Lágrimas y un sabor amarguísimo para unos japoneses que llegaron al torneo con muchas dudas y que fueron una de las agradables sorpresas del mismo. Tanto en Rusia como en su día en Yokohama.