El Olympique de Marsella vivió una de las peores temporadas de sus últimos años. Quedó relegado a un segundo plano y se quedó fuera tanto de la Champions como de la Europa League.
El equipo no consiguió imprimirle un sello al juego y la parcela defensiva hacía aguas constantemente, algo que cambió con la incorporación al banquillo de André Villas-Boas.
Desde su llegada al frente de la plantilla, los jugadores volvieron a conectar con la afición y, algo que parece más importante, el Olympique de Marsella volvió a mostrarse como uno de los grandes del fútbol francés.
Hasta el parón por la pandemia del coronavirus, el combinado francés se encontraba en la segunda posición de la Ligue 1, con seis puntos de distancia sobre el Rennes.