Fue el 2 de diciembre de 2015. Jardim decidió dar minutos a Mbappé, un chavalito de la cantera monegasca de apenas 16 años, casi como regalo de cumpleaños. Debutó un futbolista dispuesto a hacer historia.
Jugaba el Mónaco contra el Caen, y a dos minutos del final, nada más recibir el empate a uno, Jardim metió a Mbappé por Coentrao. Fue el primero de los 74 partidos oficiales que Mbappé, por aquel entonces aún conocido como Mbappé Lottin, disputó con el Mónaco.
Ese día se convirtió en el jugador más joven en debutar con el Mónaco, un honor que hasta entonces recaía sobre un tal Thierry Henry. Mbappé lo hizo con 16 años y 347 días.
Su primera titularidad, ante el Girondins en Burdeos, llegó dos semanas más tarde, y para su primer gol tuvo que esperar hasta marzo de 2016, ante el Troyes.
Había comenzado así su meteórico ascenso a la gloria del fútbol francés, pero aún tardó un poco en hacerse fundamental para el Mónaco. Ocurrió a lo largo de la siguiente temporada.
En la 2016-17 empezó a ganar protagonismo, y en la recta final del curso eclosionó. Su exhibición ante el Borussia en los cuartos de la Champions convenció a todos de que él era la promesa que había que fichar.
Lo hizo el Paris Saint-Germain, quien se adelantó en agosto de 2017 a todos sus competidores para hacerse con los servicios del futbolista que parece llamado a dominar esta generación. Un jugador que, a sus 21 años (casi 22), empezó su andadura hace ya un lustro.