Dicen que en la vida muchas veces hay que tener suerte. Hay que saber estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Y se puede decir que Santiago Solari supo estar en el mejor rincón cuando el Real Madrid decidió despedir a Julen Lopetegui.
Su ascenso al primer equipo, primero sólo cuestión de horas, empezó a ser considerado como una posibilidad real en el momento en el que se complicó la llegada de un entrenador con caché para reemplazar al técnico de Asteasu.
El Madrid decidió priobar "a ver qué pasaba" en la Copa del Rey. Y Solari recompuso el herido equipo del 5-1 en el Camp Nou y solventó la papeleta con un 0-4 en Melilla.
El primer enfrentamiento de entidad, por el que iba a ser juzgado de verdad, era el choque liguero del sábado ante el Valladolid. Llegaba al Bernabéu un equipo con mucho más juego y peso de lo que indicaba su etiqueta de recién ascendido.
Solari y su nuevo Real Madrid pretendieron agradar de salida, pero los de Sergio supieron controlar bien el inicio blanco y manejaron bien el encuentro. La desesperación empezó a cundir en el público y llegaron los primeros pitos. El argentino, sin ser responsable, se sentía cuestionado a las primeras de cambio.
Era su 'match ball' y a punto estuvo de no salvarlo. La afición aumentó su enfado con dos lanzamientos de Alcaraz y Toni Villa que no fueron gol de milagro. No pudo ser salvador Courtois y sí el larguero. Diez centímetros menos y Solari hubiera podido tener los días contados.
Tras pasar el mal trago, el Real Madrid logró la victoria y las dudas tornaron en esperanza. La pelota está en el tejado para Solari, que ahora se la jugará fuera de casa tanto en la Champions (ante el Viktoria Plzen) como en Liga (contra el Celta). Si no convence, seguro que otro está esperando en el lugar adecuado para heredar su puesto.